1. Determinar cuales son nuestros objetivos de inversión: básicamente es pensar en que queremos gastarnos el dinero que invertimos. Esto nos va a permitir calcular cuanto tenemos que ahorrar o que rentabilidad debemos exigir a nuestras inversiones.
2. Definir el horizonte temporal: esto viene determinado por el objetivo de inversión. Si tenemos 30 años y nuestro objetivo es la jubilación, nuestro horizonte temporal será, por lo tanto de 35 años (37 mejor dicho).
3. Fijar el riesgo que se quiere asumir: básicamente el riesgo es una medida de lo que pueden variar nuestras inversiones. Si los activos son más arriesgados nuestras inversiones variarán más pero a cambio podremos optar a unas rentabilidades muy por encima de los activos conservadores. Eso sí, se pueden dar momentos en el tiempo, en los que nuestra inversión esté en pérdidas.
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