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1000 días para el fin de los tiempos

Publicado el 30 marzo 2010 por Norbano
Esta mañana me he levantado con el ánimo apocalíptico, es decir, con ganas de meter miedo al personal. Pero luego, reflexionando, he caído en la cuenta que para eso ya están los periódicos y telediarios; así que me voy a reprimir y explicaré las cosas tal como son, sin añadir ni quitar nada a la verdad.
Sí es cierto que a partir de hoy comienza la cuenta atrás: quedan mil días para el 24 de diciembre del 2012, fecha en la que según los antiguos mayas se acabará el mundo. Aprovechando la efeméride, más de uno se ha puesto a escribir y publicar libros --y también a rodar películas--, tratando de sacar partido del inevitable armagedón. Y ahora yo me pregunto: ¿y si es el fin del mundo y todos nosotros, y lo que nos rodea, nos iremos al carajo (por emplear términos coloquiales), por qué ese ansia de hacer negocio a última hora? ¿De qué les puede servir ese dinero en el Juicio Final? ¿Acaso piensan que también se puede sobornar al tribunal de última instancia?
1000 días para el fin de los tiempos
En fin, dejando de lado temores y a quienes se aprovechan de ellos, vamos con lo que nos interesa. Es absurdo considerar que los mayas, ni ninguna otra civilización, pronosticaran el fin del mundo, al menos como nosotros entendemos el «fin del mundo». Los mayas disponían del calendario más perfecto jamás inventado, mejor incluso que nuestro actual calendario gregoriano, que no es más que calendario juliano reformado, que utilizaban los romanos, y que a su vez lo copiaron de los antiguos egipcios. Como todos los sistemas cronológicos, el calendario de los mayas se dividía en períodos y eras, y al final de cada uno de ellos les sucedían otros, así sucesiva y cíclicamente. El 24 de diciembre de 2012 el calendario maya concluirá un ciclo y comenzará otro, simplemente; por eso no tiene sentidos hablar del «fin del mundo», sería más correcto referirnos al «final de los tiempos» (despojando a esta expresión de su componente apocalíptico), o mucho mejor al «final de la era».
Pero ya que estamos, voy a explicar un poco más en profundidad en qué consistía y como funcionaba el calendario maya. Como he comentado, el calendario de los antiguos mayas era una los más perfectos que se conocieron en la antigüedad, y se utilizó sobre todo para registrar las fechas en inscripciones sobre columnas o estelas de piedra, erigidas en las ciudades mayas durante el Período Clásico (300-900 d.C.).
1000 días para el fin de los tiempos
Para entender el calendario maya es necesario comprender el sistema numérico y reconocer los diversos glifos o signos que identificaban a los distintos días (cada uno de los cuales tenían un nombre, como nuestro lunes, martes, etc.). Además es preciso saber cómo se creó el propio calendario.
La numeración maya es relativamente sencilla. Una concha estilizada significaba cero, un punto «uno» y una barra horizontal «cinco».
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En realidad, los mayas utilizaron dos sistemas calendáricos: la rueda calendárica y la cuenta larga.
La rueda calendárica se utilizaba en la mayoría de los asuntos cotidianos. Incluía dos métodos de recuento. El primero es la rueda sagrada de 260 días, que se usa todavía en algunas zonas de las tierras altas mayas. Imaginemos dos ruedas dentadas engranadas, una con números del 1 al 13 y la otra con 20 nombres de días. El día 1 (para utilizar nuestra terminología) será el 1 Imix, el día 2 el 2 Ik, el día 3 el 3 Akbal, y así hasta el día 13, que es el 13 Ben. Pero entonces, el día 14 es el 1 Ix y de este modo continúa el sistema. La secuencia vuelve a coincidir después de 260 días y la nueva rueda sagrada comienza una vez más con el 1 Imix.
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Con relación a esto, se registraba el año solar, consistente en 18 meses designados con un nombre, de 20 días cada uno, más un período final de 5 días. El Año Nuevo maya comenzaba el 1 Pop (Pop era el nombre del mes); al día siguiente era el 2 Pop y así sucesivamente.
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Estos dos ciclos se desarrollaban simultáneamente, de modo que se podría designar cualquier día con ambos (p. ej., 1 Pop 1 Kan). Sólo se podía producir una combinación específica de este tipo una vez cada 52 años. Por lo tanto, este calendario bastaba para la mayoría de los asuntos cotidianos y el ciclo de 52 años tenía un significado simbólico para los mayas.
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La cuenta larga se utilizaba para registrar fechas históricas. Como cualquier sistema calendárico único, necesitaba tener una fecha cero o de inicio, que para los mayas era el 13 de agosto del año 3113 a. C. (según la correlación comúnmente aceptada con el calendario cristiano). Una fecha de la cuenta larga se compone de cinco números (p. ej., en nuestra propia numeración, 8.16.5.12.7). La primera cifra representa el número de unidades más largas transcurrido, el baktun (de 144.000 días o unos 400 años). El segundo es el katún (7.200 días o 20 años), el tercero un tun de 360 días, el cuarto un uinal de 20 días y finalmente el kin, el día.
Se utilizaba una notación posicional, empezando arriba con el número de baktunes y descendiendo hacia las unidades inferiores. Por lo general, cada número iba seguido del glifo de la unidad en cuestión (p. ej., 8 baktunes), de forma que las fechas de las estelas pueden ser reconocidas de inmediato. La fecha más antigua conocida hasta hoy de una estela del área maya, propiamente dicha, es la de la estela 29 de Tikal, que indica el 8.12.14.8.15. En otras palabras:
8 baktunes = 1.152.000 días
12 katunes = 86.400 días
14 tunes = 5.040 días
8 uinales = 160 días
15 kines = 15 días
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ó 1.243.615 días
Contando desde el año cero en el 3113 a. C., la fecha equivaldría al 6 de junio del 292 d. C.
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El 24 de diciembre del 2012 el calendario maya se pondrá a cero y comenzará de nuevo la cuenta larga. Para pensar que esta fecha nos señala el fin del mundo, es necesario echarle mucha imaginación. Así que ya sabéis, si queréis hablar con propiedad, referiros a ella como el «fin de una era».
1000 días para el fin de los tiempos
Fuente: Colin Renfrew y Paul Bhan: Arqueología: Teorías, métodos y práctica. Madrid: Akal, 1998; págs. 120-121.

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