No le hice caso, simplemente procuré prestar atencion al máximo y me quedé en mi asiento. Guardé la nota en mi bolsillo y continué con la reunion. No me volvió a dar sueño, era como si con mucha fuerza de voluntad, y gracias a esa "nota de la verguenza" podía cambiar mi actitud en cuestión de segundos. La reunión demoró 4 horas y sólo la primera hora tuve el problemita, el resto de la reunión, ¡estaba en mis 5 sentidos! (#Win)
Por la noche, mientras regresaba a casa y sacaba el dinero de mi billetera, pude encontrarme de nuevo con la nota y me reí de mi mismo por la situación que pasé por la tarde, pero no solo ví esa nota, sino también, me di cuenta que en uno de los bolsillitos de mi biletera, tenía aún guardada otra notita aún más especial (la buena nota). Esta se la dediqué alguna vez a mi primer enamorado, por el día de San Valentin.
La historia de esa nota es algo peculiar. Era San Valentin y quería hacer algo realmente especial para Alfredo (Así se llamaba él). No se me ocurría absolutamente nada. Caminé por todas las tiendas que pude, buscando el regalo perfecto. Quería un regalo que exprese por si solo lo agradecido que andaba con la vida por haberlo puesto en mi camino. Un peluche no podría lograrlo, una corbata, tampoco, ¿chocolates?, ¡menos! ¿Flores? Soy gay, pero nunca taaanto (lol). No había en verdad nada que logre aquello que yo quería expresar.
Ya por la tarde, resignado, me dirigí a un recital de poesía en la Casona de San Marcos al cual había sido invitado por un amigo de la Universidad. Mientras esperaba a que comience, salí al parque Universitario y me senté por unos minutos a observar a la gente. De pronto, me percaté que al otro extremo de la calle había un hombre haciendo tipeos en una máquina de escribir viejísima. ¿Quién en su sano juicio manda hoy en día a tipear documentos en maquinas de escribir ?- pensé en voz alta. ¿Cómo es que sobrevive ese señor? Realmente es dificil encontrar alguien que brinde ese tipo de servicios y más dificil aún es que alguien acepte darle algun trabajo de tipeo, ¿no?... ¡¡BINGO!! Allí tenía mi regalo perfecto. Me acerqué al señor y le pedí que me escriba una nota. Se emocionó al verme, parecía en verdad que no daba crédito a que un joven como yo le pidiera el servicio. Acomodó su papelito en la máquina con mucha destreza, cuadró todo al máximo y de inmediato me dijo: "listo jovencito, dígame qué quiere que le escriba".
Ya por la noche, le entregué el detalle a Alfredo. Se emocionó mucho, realmente le gustó y me lo hizo saber con uno de los besos más tiernos que he recibido en mi vida. Lo malo fue que él había olvidado comprarme algo a mi ( ¬ ¬ ), y esa misma noche, con engaños me llevó al saga falabella y me regaló un par de boxers de payaso.
Fue una noche especial gracias a una nota, a una nota que me demostró que realmente estaba enamorado de alguien, por primera vez en mi vida.
Gracias a la nota....
#153 antes de ti: El señor de la máquina de escribir...
M.
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