Revista Literatura

15 Suplantar a un padre

Publicado el 01 mayo 2015 por Leon
Zariel buscaba por toda la habitación de su padre. Abría cajones, armarios, levantaba colchas, alfombras, cortinas, movía cuadros, pero con exactitud en su restauración, dejando todo tal cual estaba, y con una lentitud espasmódica, quizás por sigilo, quizás por perfección, o por la simple labor del escrutinio.
Cada vez que encontraba algo semejante a lo que estaba buscando lo examinaba minuciosamente. Su tarea se prolongaba y, al inicio de tal extremo obsesivo, comenzó a olvidarlo todo, y a rechazar cualquier estímulo externo que no fuese su búsqueda, como por ejemplo el sonido de su madre volviendo a casa de la mano de Alicia, como siempre pese a no tener edad para ello, ambas regresando de alguna tarea presente en la lista del padre, alguna tarea para localizar alimentos no adulterados o cualquier otra cosa necesaria para la familia.
- ¿Qué haces aquí Zariel? ¿Qué estás buscando? -
- Nada -.
- Alicia, vete a tu cuarto -.
- Yo me voy también -.
- No estarás... Zariel no estarás buscando el plan de tu padre. Ahora entiendo por qué me preguntaste antes... -
- Si es así, ¿me lo dirías? -
- ¿Por qué quieres ver el programa de tu padre? -
- ¿Y si le pasa algo? Tantos años elaborándolo para sobrevivir y se perdería. Tengo que aprender a usar la lista, los lugares, las horas, los alimentos,... -.
- Zariel, tranquilízate. Solo tu padre sabe usarla -.
- Te equivocas. Y llegará un día en el que él no pueda. ¡Dónde está! -
- Zariel me estás asustando. ¡Sal de aquí! -
- ¡Que me digas dónde está! -
- ¡Basta ya! -
- ¡Dónde está! -
Zariel agarró a su madre para forzarla a contestar y esta comenzó a zafarse de él. En el arrebato de ira Zariel golpeó a su madre, y esta cayó despacio hacia el suelo.
- ¡Dime dónde está! ¡Dónde está! ¡Dónde está! -
- Vete de aquí. Vete de aquí -. Lloraba, y seguía intentando quitarse de encima a Zariel, que le mantenía cogida mientras le preguntaba, escupiéndole las palabras con mucha ira e impaciencia.
- Dime dónde está -.
- No existe. No la encontrarás porque no existe, no está escrita. Tu padre la tiene en la cabeza - lloraba y se rendía a la fuerza de su hijo. Este aflojaba un poco con las manos, pero no con la mirada.
- Mientes. ¡Dime la verdad! ¡Dónde está! -
- Es la verdad, no existe el plan, está en su cabeza. Es la verdad -.

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