Revista Diario

16: Quiero que seas feliz

Publicado el 05 agosto 2012 por 160

16: Quiero que seas feliz

Alguien no quería tomarse una foto :)

Hoy compartí la tarde con mi tía Mirtha, corrección, hoy compartí la tarde con Mi tía Mirtha, y sus tres hijos. Una adolescente barbie con poses de diva y gustos excéntricos, un niño de 6 años que tiene el record de más de 20 accidentes domésticos (desde cortarse un dedo con el tajador hasta rodar por las escaleras cual actriz de novela mexicana), y finalmente un niño de 4 años que le sigue los pasos y que no ha aprendido a hablar aún, pero que grita, llora y mete gatos a la lavadora como todo un profesional (+__+).
Es obvio que no aguantaría más de un par de horas con ellos, no tengo tanta paciencia. Por eso me quedé admirado con la manera en que mi tía parecía disfrutar mucho de ellos. Los ama demasiado y como bien dicen: "el amor lo puede todo", y es que los pequeños no hacían mas que gritar, jugar en las escaleras eléctricas, golpearse, caerse al piso, llorar, correr, y mientras yo sudaba frío viendo como en el restaurante el más chiquito de ellos, apuntaba con el tenedor al ojo de su hermano, mi tía ni se inmutaba. "Déjalos, si sigues teniendo miedo de que les pase algo, peor es".

16: Quiero que seas feliz

Yo, cuidandolos en la escalera eléctrica...

Alguna vez en mi vida, fui un niño problema. Alguna vez en mi vida, crecí, y me convertí en un adulto problema. Luego de empezar a trabajar, y cuando por fin supe que había vencido mi timidez extrema y ganaba buen dinero con las ventas biblicas del mes, de pronto, me sentí en otro mundo. Comencé a explorar nuevos rumbos, salía casi todos los días, conocía gente en todas partes, iba a discotecas de ambiente, intentando encontrar aquello que otros chicos de mi edad parecían disfrutar demasiado. Me dejé llevar por ciertas cosas que muy en el fondo sabía que no me gustaban del todo, pero que me ayudarían, tal vez, a dejar atrás mi pasado y construir a un nuevo "Mijaíl", al amiguero, al juerguero, al puto que podía levantarse a quien quisiera, al Mijaíl ¿Libre?... Y sí, confundí la libertad con el libertinaje.
Mis padres entonces ya sabían que yo era gay, yo se los había confesado hace mucho, pero recién comenzaron a sentir mis palabras a partir de ese momento. Mi madre lloraba frecuentemente, y pasaba las noches despierta esperando a que llegue de mis salidas, temiendo siempre lo peor, pues sabía que la calle era peligrosa y yo aún era su niño. Mis padres me hablaban con cariño y yo les respondía con violencia, descargaba en ellos mi dolor, mi frustración, mis dramas personales. Les decía cosas muy hirientes y luego de hacerlo, me ponía a llorar en el silencio de mi habitación, mientras al otro extremo de la puerta mi madre hacía exactamente lo mismo.
Recuerdo que un día, cuando me disponía a salir una vez más siendo ya algo tarde, me acerqué a la habitación de mis padres, atraído por unos susurros que podía oir a lo lejos. Allí encontré a Papá, rezando arrodilladito al lado de su cama, con la voz quebrada, pidiéndole a Dios que me quite todo dolor, que me haga sanar mis heridas, que ilumine mis decisiones... "Que sea feliz". Él no le pedía que yo dejara de ser Gay, no le pedía un hijo perfecto, me quería tal cual, pero deseaba de todo corazón que yo fuera feliz.
Ese momento me conmovió demasiado y supe allí que era ya tiempo de tomar decisiones constructivas. ¿Me costaba mucho llegar a casa temprano? NO, ¿Me costaba mucho conversar con mis padres y compartir con mi familia? NO ¿Me costaba mucho estudiar conscientemente hasta ingresar a una universidad? ¡Claro que no! ¿Entonces, qué demonios estaba pasando conmigo? Había llegado a una lógica que resulta simple y evidente, pero que a veces nos cuesta horrores asumirla: Solo yo podía "Hacer las cosas bien", de mi dependía todo, de nadie más. Así que 'dejé de hacerme daño', me alejé de aquellas cosas que no eran realmente indespensables para mi y volví al calor de mi hogar a disfrutar de cada instante que tenía junto a mi familia. Me encerré en mi habitación por 6 meses enteros, sin salir a la calle para absolutamente nada, sólo me la pasaba estudiando, leyendo y esforzándome por un objetivo. Y así, unos meses más tarde me convertí en alumno de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y fue allí cuando me sentí el tipo más feliz del mundo.
Entendí que soy capaz de muchas cosas y qué todo lo que quiera lograr en adelante, solo sería posible si yo lo decido y me esfuerzo para conseguirlo. Y sólamente gracias a ese amor y comprensión sobrenatural que tuvieron mis padres hacia mí, pude realmente descubrirlo.

16: Quiero que seas feliz

Eligiendo el vino, antes de la plática...


Por la noche de hoy, me encontré con mi amiga Cony y con su mejor amiga, Mariana, una chica muy linda que recién pude conocer y que tan pronto como empezó a hablarnos de sus problemas, pude darme cuenta que estaba exactamente en ese momento de confusión que acabo de describirles. Traté de contarle mi experiencia, mientras me mostraba las marcas de cortes que tenía en sus muñecas, cortes que reflejaban su terrible miedo a enfrentarse a la vida. Nos terminamos de tomar un vino y luego de conversar largo y parejo sobre el tema, fue ella misma quien me dijo... No entiendo ¿Por qué sigo haciéndome tanto daño? No tiene sentido ¿Verdad?... Espero sea esa una señal de que mis palabras le sirvieron de algo.

#148 Antes de tí: Mariana

Enviado desde mi BlackBerry de Claro.
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Tras ver este video, entenderán la importancia de usar preservativos... (bromita :D jejeje)

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