Revista Literatura

16 Yo no soy un suplantado

Publicado el 08 mayo 2015 por Leon
- Vas a provocar que tengamos que huir. ¡Haz las maletas! - Le decía a Zariel su padre. - Llamas la atención, pegas a tu madre,… -
- Tú también -.
Zariel contestó, y recibió en contra respuesta un golpe en la cabeza con la maleta que el padre tenía asida.
- No es lo mismo. Tú no llevas años estudiando los movimientos de los suplantados. Tú no sabes nada. Y te crees capaz de llevar esta familia, de entender mi plan, de acercarte a muchachas… -
Zariel abrió ampliamente los ojos: - ¿Cómo sabes tú eso? -
- Ves, ahora me lo confirmas. Nos pones en peligro a todos y te da igual. Te da igual porque en el fondo quieres ser uno de ellos -.
- ¡No! -
- Un suplantado, eso es el hijo que he tenido. No deberías hacerte la foto con nosotros, ni deberías vivir bajo este techo. Moriste el día que sopló ese extraño viento, como todos los demás -.
Zariel lloraba con la respiración entrecortada, ahogándose, y con la mirada perdida. Su padre se tranquilizaba, y ponía la maleta, manchada con sangre seca, sobre la cama.
- Hay que hacer la maleta no obstante, no sabemos si tendremos que salir antes o después corriendo. Ya no podemos saberlo -.
Zariel se tranquilizaba, pero a base de una mirada de odio concentrada en cada objeto que le rodeaba. Su padre se acercó a él y le cogió, o abrazó, de manera extraña.
- Escucha Zariel, ya eres un hombre, entiendo tu rebeldía, pero tienes que seguir siendo un niño, por desgracia es así, es muy arriesgado ser un hombre ahí fuera. Hasta que todo pase y nos rescaten, y esperemos que así sea, tenemos que seguir aguantando semi ocultos -.
El padre se levantó y le miró desde arriba. Luego miró la maleta, y andaba lentamente mientras Zariel clavaba sus ojos en cada pisada del padre.
- Tendremos que restringir el número de tus salidas, ya solo colegio y poco más. Alicia empezará a comprar sola. Es por tu seguiridad Zariel, y por la de la familia. Así estaremos a salvo -.
El padre salió de la habitación. Zariel comenzó a llorar otra vez, y luego a murmurar, a hablar consigo mismo.
- No estamos a salvo. Pero lo estaremos. Como una nueva familia. Lo estaremos -.

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