En la segunda mesa, Gonzalo Santonja dio la palabra a Jorge Urrutia («Una lectura fijada: el café como símbolo»). Umbral emplea lo fragmentario para sugerir significaciones. En La noche que llegué al café Gijón la cita: «La sintaxis es una facultad del alma. Paul Valéry», no sirve ir al texto de Valéry para entenderla, ya pertenece al texto de Umbral y es difícil de interpretar. Umbral vuelca toda su vida, todo lo que sabe en la escritura o, como dice él, «escribir es la mejor autoafirmación». En segundo lugar, Lola Soriano Mollá («Umbral a la saga de su canon. Quevedo sólo, sólo Quevedo») comentó el interés personal de Umbral por Quevedo. Umbral encuentra en el poeta del siglo de oro un modelo de dandy, un hombre rebelde y con carácter. Umbral hizo una búsqueda de su estilo en comparación con Quevedo y presenta a éste en ochenta de sus obras, tanto teóricas como literarias. Según Lola Soriano Mollá, «en ocasiones Quevedo es la figura en la que Umbral se comprende a sí mismo».
La tercera mesa fue moderada por Bénedicte de Buron-Brun. El primero en exponer fue José Ignacio Díez («El Umbral de Proust»). Hay numerosas referencias a Proust en Umbral. Por ejemplo, es evidente la cita en el título A la sombra de las muchachas rojas. Proust y Umbral no son novelistas en el sentido decimonónico. Umbral señala en Los placeres y los días que Proust escribe antinovela. Proust se caracteriza por ser un novelista del yo. Como valora José Ignacio Díez, es probable que los textos de Proust no sean antinovelas, pero sí son experimentales. Umbral toma a Proust como referente de estilo. Proust y Umbral coinciden en la importancia que dan a la metáfora y en que ambos se forman a sí mismos como personajes. En segundo lugar, Gonzalo Santoja («Un soneto y un cuchillo»). En 1973 Umbral publica los libros Carta abierta a una chica progre, Los males sagrados y Diario de un snob. Asimismo, publicó el artículo La mujer torero. Según Gonzalo Santoja, este artículo reivindica la República; aboga por el derecho de la mujer a torear, prohibido durante el franquismo; y critica al régimen. En este artículo la precisión de la palabra se pone al servicio de la denuncia social. Gonzalo Santoja señaló que «los juicios de Umbral parten en la lectura, se forman en la intuición y salen al debate público».
En la tarde, Lola Soriano Mollá presentó a Mercedes Rodríguez Pequeño («Francisco Umbral, historiador, crítico y teórico literario»). Muchas de las obras de Umbral integran lo literario. Las palabras de la tribu, recoge escritores de la generación del 98, del 27 y de la falange; Los alucinados, «historia de los escritores que han sentido pasión por el lenguaje»; Trilogía de Madrid, hace centro de la escritura dentro del texto. Asimismo, Umbral fue un crítico de gran intuición. El placer que experimenta Umbral crece cuando lo comunica como crítica que transmite valoraciones y experiencias personales. Umbral establece lazos con los autores a través de la identificación, incorpora a los otros autores en su yo y en la construcción de él mismo como escritor. En Cómo eran las medias de Madame Bovary cuenta de un modo lúdico una concepción sobre la literatura.
Por último, Lola Soriano Mollá moderó la mesa redonda, en la que Margarita Gabisu señaló que hasta hace poco el mundo académico no ha prestado atención a la obra de Umbral. Los estudios y los congresos son muy recientes y han comenzado fuera de España. Dos de los principales investigadores en Umbral son Castellani, Miguel García-Posada y Ana Caballé. En segundo lugar, Emilio Blanco hizo una revisión de los estudios sobre Umbral. No ha sido estudiado en la universidad porque su espíritu crítico es incómodo. Acto seguido, David F. Arranz comentó las referencias de Umbral al mundo académico. Y, finalmente, Eduardo Martínez Rico valoró que Umbral hizo de la lectura su trabajo y la influencia que ha tenido sobre otros autores.