Volver a casa siempre resulta curioso.
Todo comienza en el avión, generalmente tras montar el avión que me lleva de regreso por Madrid.
Ahí ya me empiezan a llegar palabras en un idioma que no necesito traducir.
Lo comentaba hace algún tiempo con amigos expatriados por aquí y es que cuando regresas por España, durante los primeros minutos transcurridos cuando llegas al aeropuerto, uno suele sufrir una sobrecarga de información.
De pronto los kanjis han desaparecido de los carteles y todo está claro.
Tal vez demasiado claro, tanto que resulta imposible no leerlos tras posar la vista en ellos.
Lo mismo con las palabras. Sin darte cuenta te ves en vuelto en una tormenta de conversaciones que llegan a tus oídos y que, sin poder evitarlo, entiendes sin tener que hacer el menor esfuerzo.
Es el momento que muchos bautizamos como “Estoy de regreso”.
Estuve de vuelta un par de semanas en casa para pasar las navidades con la familia y descansar. Sobre todo esto último.
Volver a España siempre se llena de anécdotas. Las primeras veces no podía evitar comparar todo con Tokyo.
– Que si el camarero ha sido un borde cuando en Japón hasta en el combini te hacen reverencias
– Que si las calles parecen más sucias
– Que si la gente va hablando a voces en el metro o escuchando música en alto (estos últimos deberían de hacérselo mirar ya sea en Tokio, Madrid o Sebastopol)
… en fin os hacéis a la idea.
Ahora ya no comparo.
Comparar Españas con Japones es como comparar un piñas con clavos. Son dos cosas diferentes, en este caso dos países diferentes.
Y poco mas.
Me gustan muchas cosas de Japón, en cierto modo me siento mucho más cómodo con ciertos aspectos culturales de aquí que los españoles. Pero hay muchas otras cosas de la cultura española que son irremplazables (al menos para mí).
Así que ahora cuando me preguntan cosas del tipo “en Japón hay|hacen xxxx” suelo responder con “hay de todo, como en todos lados”.
Porque a fin de cuentas es así, o al menos es como yo lo veo.
Volviendo a 2014, la verdad es que no ha sido en absoluto un mal año, al contrario.
Salvo un par de excepciones todo ha ido saliendo lo mejor posible, así que sigo sin tener derecho a quejarme más que de memezes.
De un tiempo a esta parte me ha dado por reflexionar que, a medida que cumplo años, las cosas parece que se vayan asentando sin tener que dedicarles mucho esfuerzo.
Algunos flecos que siempre quiero recortar suelen estar relacionados con mejorar mi situación laborar y mejorar mi fluencia con el japonés. Pero bien mirado, parece que se vayan recortando ellos solos.
O eso o que cada vez les doy menos importancia.
El resto de mis expectativas se limitan a vivir “bien”.
Esto es, tratar de mantenerme en la mejor forma física posible, tratar de ser la mejor persona que me sea posible ser y en la medida de lo posible, no preocuparme de cosas que no están a mi alcance el solucionar.
He tratado de seguir esas 3 pautas a lo largo del pasado año y los resultados no son nada malos.
En cuanto a los proyectos pensados para este año, hay un par en los que tengo pensado enfocarme.
Uno es sacarme el N2 de una vez, que ya llevo pajareando 2 años para sacármelo y ya va siendo hora de cerrar ese tema.
Otro es publicar un libro de fotografía.
Este último es el que más tiempo me está tomando. Es un proyecto que lleva en la recámara casi 2 años y que ha ido avanzando y retrocediendo casi a diario.
Aun me quedan algunas cosas por decidir.
– Formato: Texto o digital?
– Idioma: Español o Inglés?
– Contenido: Sólo fotos o Fotos + historias cortas
Una vez que termine de decidir estas 3 cosas habré avanzado no poco, así que si lees esto y te apetece dejar tu opinión me haces un favor grande que se verá recompensado de alguna manera en algún momento
Por lo pronto mañana me cuelgo la cámara nuevamente al hombro y me voy de paseo por mi querido Meiji Jingu a ver si me trae inspiración nueva.
A comerse el 2015 muchach@s!