Me refugio en el silencio de las piedras.
Tengo entre las manos un puñado
de gotas que chocan entre sí.
Resbalan por mi voz.
Pretenden oxidarme.
Porque hay almas
que abarcan mil cuerpos.
Me deslizo entre las ruinas,
transformada en palabra errante,
vertida en sus mil fragmentos.
Y soy sombra.
Sin nombre.
Ni lecho...