
Yo no me olvido
ni te olvido,
mi pueblo tampoco
mis muertos
y mi desaparecidos
vienen a cada minuto
a cada golpe de ausencia
en cada triste y desolado amanecer.
Volar el ruido
temblores de fusiles
y muchas ganas de llorar.
Nadie se olvida
del demonio
de ese único demonio hambriento
de sangre y latrocinio
de nuestra noche oscura,
de un alma a la que le ataron las manos
y las ganas de gritar
yo no me olvido,
mis hermanos tampoco.
Rubén Callejas