25 días con mi madre.

Publicado el 05 mayo 2015 por Francine @diariofrancine


-Durante largos 7 meses.
-Mi mente y yo, fuimos imaginando el reencuentro perfecto.
-Descubriendo en el camino, que las mariposas en el vientre, no sólo se reservan a dos enamorados, sino a cualquier sentimiento que se sienta delatado, apretado en medio de ciento de suspiros, hasta explotar en los brazos de quien en su nombre, estaban reservados.
-Y gritar ¡mamaaaaaaaaá!, en un aeropuerto repleto de gente extraña.
-Sin importar las miradas ajenas.
-Viéndola cara a cara, luego de eternos...4 años.
-Fundiendo la distancia de miles de kilometros en nada, apaciguando la falta que fingían siglos, en la piel de varios años, hasta disiparla, olvidando, sin volver a verla, sin extrañarla, ni llamarla.
-De su mano, de su abrazo, del olor que un hijo no olvida, ni siquiera siendo adulto. Renacen los recuerdos de una vida compartida, de varias luchas, de guerras ganadas y dolencias que llevan acuestas, algunas de ellas perdidas.
-Encontrando la fortaleza que siendo tan válida como cualquier herencia, se incrusta en la mirada, derramando alguna lágrima que se esconde o se deja ver a plena luz del día.
Dando rienda suelta, a un llanto enjaulado, donde renacen las sonrisas, las risas, de una espera que indecisa no definía fechas porque el futuro y la vida misma, viven inventando reglas. Siendo lo que son, sin ser lo que deberían ser para facilitar los momentos perdidos, en medio de una distancia que nunca, nunca pidió llamarse "tan lejos" pero se asume tal y como lo escriben los hechos.
Sabiendo que lo mejor, es lo que al final, se presenta como destino, aunque mi madre, me duela...del otro lado del océano.
-Viviendo...
-De un lado hacia otro, re-descubriendo una ciudad que no pretende, esconder secretos de belleza y persiste, anonadando la historia de cualquier ser humano, impregnando el decorado viejo y no tanto, de mi querida París, conmigo con mi madre, en medio de la gente y bajo un mismo cielo pero esta vez a su lado...
-Viajando hacia los confines de la tierra, caminando sobre arenas, acogiendo un horizonte en medio de arboles creídos pradera y aguas cristalinas que aunque frías, no le temen a la unión de lo que hasta parecen, dos mundos... el suyo, el mío.
-Bajo y sobre, una bi-cultura, ahora también mía, aprendimos a dibujar el camino de dos idiomas y el choque cultural, que intenta inhibir a cualquier extranjero, eso que no espera a nadie con moldes a medida y te obliga a ser parte de todo como si nada o casi.
-Aprendiendo, que el afecto no siempre necesita palabras, sólo abrazos, besos, caricias...Respetando a un español atolondrado, acaparado por un francés insistente, que algo arrogante se lleva todo por delante y deja muda las palabras pero no arrasa con el amor, que late aún más fuerte en el corazón de una abuela que a pesar de 11000km (y varias horas de vuelo), siempre ha estado presente en la vida de dos pequeños que anidan desde hace años su alma y la aman.
Sigue leyendo...