Te vas.
Una tormenta de viento
Altera la noche silenciosa.
Luego se instala
-Rítmica y persistente-
La lluvia.
Lluvia e insomnio:
Dos ritmos de jazz.
Mariposas blancas apoyadas
Sobre las almohadas desordenadas
Me acompañan en mi ritual
De revisión de instantes
Ya transformados en recuerdo.
Recuerdos y aromas.
Quisiera volver.
El tacto explora la piel adormecida,
Y los colores que ahí nacen,
Hacen estallar confetis de estrellas sobre un lienzo.
La nocturnidad me trae el eco de tu voz,
E intento acurrucarme en el acento final
Que le das a tus oraciones,
Pero el sueño no llega.
La lluvia ya lavó los 272 pasos
Que hay desde tu puerta a la mía,
Las hojas, que a la hora de la cena crujían
Ahora se adhieren húmedas
En los bordes de las aceras,
Mientras el semáforo intermitente
Espera la señal para convertirse
En amo y señor del tránsito.
Y nosotros aquí, allí,
En todas partes, en ninguna;
Sin más luces rojas o verdes ni amarillas
Que intenten ordenar la itinerancia de datos
Entre tu intelecto y el mío.
Las sombras se van nutriendo
Con pinceladas grises y marinas;
La noche etérea amanece
Y el café humeante aporta la tinta
Que escribirá tu primer poema de otoño.
Patricia Lohin
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