29º poema

Visión nueva de las cosas
  En ti los años dejaron cierta extrañeza que en otro momento de tu vida no dudaras en llamarla locura; ahora, como pareja en un baile, intentas acostumbrarte a ella; te dices que es parte más de tu pensamiento, otra voz que en ti habla, en concierto con el resto, pero sabes que es voz nueva, y no muy diferente de esa que la historia nombró propia de locos. Es la voz de un mal que ves repartido en muchos de los que te rodean, cómo decirlo, voz aferrada a una idéa, sin otra intención que la de dar múltiples vueltas a lo mismo. Y quizá no molestara tanto si acude para ennoblecimiento del alma, pero cuando en lo cotidiano su voz se alza y no cede, también un extraño malestar le acompaña; pues todo lo nuevo al principio es rechazado como no propio, y es lo ajeno lo que molesta, y más al ver que pertenece también a ti y no la reconoces como parte tuya. Algunos, de vivir más sencillo, o más simple, acaso hayan de tomarlo como nadería intelectual, y así como es costumbre suya, en corro con sus secuaces se den a risa. Tú en cambio has de aprender, por mucho que te cueste, a hacerla una voz tuya más, allí entre las otras: que, ante lo diverso y vario del mundo, de siempre nueva visión queden dotados tus sentidos. 
  No es enemiga sino amiga esa extrañeza, que una perspectiva mayor para ti dibuja.