Revista Literatura
30 años es mucho
Publicado el 10 mayo 2013 por Mqdlv
Escribí desde una playa en Brasil en la que ya no estoy. Apoyado mi cuaderno en la cabeza de una matera vacía, viví la nostalgia que propone la anticipación del pensamiento, eso que casi siempre sucede con el pensar. Hoy estoy en Buenos Aires. En el mismo lugar de Buenos Aires. Con los mismos recuerdos, iguales amigos, pero con un año más, que no es un año igual para mí. Escribo desde la soledad en la que existimos, todos, a pesar de que al lado mío toma sol alguien que me ama; a pesar de que hoy duerme conmigo alguien que me elige. Y sin embargo nadie conoce nuestros pensamentos, ni siquiera nosotros, tal vez ni siquiera los más superficiales puesto que somos la interpretación. Escribo -vivo- desde la nostalgia constante de ver el tiempo pasar, mi vida transcurrir y a los espejos del destino mostrar que ante lo inevitable, sucumben nuestras batallas. Hoy cumplo 30 años y con todo aquello, quiero agradecer. No sé a quién. Tal vez al Universo, quiza deba ser a mi mamá. Como sea: gracias. Sobre todo gracias, demonios! por tanto sufrimiento y tanta alegría puesta a caudal. Gracias por enseñarme que la moneda tiene una cara y otra, escondida, y que aquello que parece contradicción, es en verdad la razón. Soy fuerte y soy sensible ante el gesto. Aprendí a aceptar que la injusticia subyace al mundo, y que el breve espacio de rebeldía nos hace verdaderos héroes. Gracias por dejarme elegir. Gracias por enseñarme a darle valor a los amigos. Porque gracias a eso, tengo hoy los compañeros que me salvan la existencia cada vez que no la encuentro, y que están del otro lado de mis ojos compartiendo mis euforias. Gracias por hacer de mí alguien capaz de amar con dolor. Gracias por las huellas y el viento en la cara. Por las arrugas debajo de mis ojos, los oyuelos en la piel. Gracias por todas las vidas que transcurrieron en estos 30 años. Por lo que dejé en otros que dejaron en mí y por aquellos a los que les di, y hoy ya no existen ni siquiera en mi memoria. Gracias por darme como madre a la mujer más hermosa del mundo y hacer equilibrio con el padre más ausente. Gracias por no regalarme ninguno de mis bienes personales. Gracias por cada caída. Por enseñarme a amar la palabra. Por la sonrisa hasta en los pies. Por enseñarme que la ganancia muchas veces es silenciosa, que no se ve. Gracias por darme un trabajo que trascendió incluso mis sueños. Gracias por cada hombre, por cada amigo, por cada jefe, por cada bronca, cada viaje, por el tiempo que pareció perdido y por lo que sea que haya del otro lado de estos 30 años. Como sea, gracias a la vida, que me dio tanto.