31 MUJERES: EL «REMAKE» EN EL ARTE EXPOSITIVO.
«Detente ahí, este es mi mundo. Detente ahí, esta es la puerta privada de mi reino».
Ana María Matute
Arte fantástico, Dada, Surrealismo.
(Catálogo de la exposición surrealista organizada por el MoMa del 7 de diciembre de 1936 al 17 de diciembre de 1937).
31 mujeres… es voz humana atravesando e hilando tiempos con pinceles que, como agujas, clavan en los soportes pasiones, deseos, soledades, alegrías, traiciones, demonios… Pinceles que acuden a la abstracción y al simbolismo y que, como agujas, hincan y vierten, cual sangre, el alma de las artistas presentes en la muestra.
Costumbres españolas, Dorothea Tanning, óleo sobre lienzo, 1943.
La Fundación Mapfre, al estilo de los facsímiles o de los remakes cinematográficos, reproduce una exposición que tuvo lugar en la ciudad de Nueva York, en 1943. La Fundación advierte que las obras presentes no corresponden a las exhibidas por la coleccionista y mecenas Peggy Guggenheim en su galería.
Mapfre nos dice que se desconocen los títulos que fueron seleccionados por André Breton, Max Ernst, Marcel Duchamp y la propia Peggy. También nos informa que hay constancia de las autoras que participaron en Exhibition by 31 Women, la primera muestra dedicada al arte femenino en Estados Unidos.
Catálogo editado por Peggy Gugenheim, con textos de André Breton, Jean Arp y Piet Mondrian, 1942.
Las autoras que fueron protagonistas de un evento tan importante son las anfitrionas de la exposición que Mapfre nos regala y que permite conectar, porque hay en la sala un soplo de eternidad que nos roza, nuestra cotidianidad con lo que alumbró el ayer. Los temas pintados o modelados son los mismos que sobrevuelan siglos; sin embargo, sabemos que la unicidad, cualidad ineludible en el arte, permite que un mismo asunto posea infinitas interpretaciones.
Postal-collage de Xenia Cage a Dorothy Globus. 1985.
(¿Qué hace Papá Noel montando un árbol en la tela goteante de Jackson Pollock?)
Las autoras presentes en 31 mujeres… fueron víctimas del tiempo asesino que inauguró la Primera Guerra Mundial, de modo que las obras son narrativas marcadas por la sangre vertida y por las pérdidas —muchas de las que integran 31 mujeres… llegaron a Estados Unidos huyendo del nazismo—. Pero esta exposición que es, como he dicho antes, fiel a las autoras y no a los cuadros expuestos en 1943 también muestra creaciones posteriores a los conflictos bélicos que condujeron al totalitarismo comunista, a la contienda en Vietnam, a la Guerra Fría…
Medias de nailon, Hazel McKinley, acuarela sobre papel, sin fecha.
En 31 mujeres… la sensibilidad y el subconsciente vencen a la lógica cartesiana y a las obsesiones estéticas, tan acentuadas en el arte masculino de vanguardias. No sé si fue por convicción o fue a pesar de ellas mismas, pero estas mujeres hicieron de sus obras espejos del alma, independientemente de si responden a la devastación de los años de luto o son frutos de la nueva era iniciada por los vencedores de la II Guerra Mundial: la era que hurta libertades individuales fomentando la adicción al consumo.
El baile, Pegeen Vail Guggenheim, óleo sobre lienzo, 1945.
(La fiesta de los tristes: todos bailan consigo mismos; no hay comunicación ni en una actividad lúdica).
Hay en 31 mujeres obras reflexivas, personales y pasionales. Son obras hijas de una sociedad donde la artesanía ha sido desplazada por la producción en serie —quizás el collage cubista es un homenaje a las mantas patchwork—. Son títulos que responden a un mundo donde la mujer tiene presencia en la medicina, en los negocios, en los deportes, en las ciencias… —quizás el interés que muestran las creadoras por el diseño, la música, la danza, la ilustración, la fotografía, la decoración… tenga que ver con esto, con el descubrimiento de tantos dones ocultos.
Autorretrato, Dorothea Tanning, acuarela, tinta y pastel sobre papel, h. 1940.
El período de las vanguardias es un capítulo complejo en la Historia del Arte, pues es resultado del pulso brutal que el inconsciente le echa a la conciencia: detrás de imágenes geometrizadas o de imágenes visuales que retan a la lógica está el intento de hacer reflexionar al público, aunque sólo sea por la extrañeza de lo que ante sus ojos se presenta. Diría que los ismos son una forma peculiar de terapia interior: de terapia de ida y de vuelta, donde autor y espectador alternan un mismo chaise longue.
Proyecto de vestido para «Las damiselas de la noche», Leonor Fini, gouache y lápiz sobre papel entintado, 1948.
Entonces… ¿qué aflora en el retablo de autoras que la Fundación Mapfre exhibe? Pues la visión femenina del convulso siglo XX.
El retablo que Mapfre nos muestra manifiesta el reflejo de la modernidad, pero desde la perspectiva de «lo eterno femenino» —la espiritualidad: el Yo construido por la fisiología y el rol en la sociedad— , cuando lo «eterno femenino» se ha desprendido de cazuelas y de costuras y escribe capítulos de la historia con la conciencia de ser parte activa de la sociedad.
Sin título (Plato con senos), Gypsy Rose Lee, gouache sobre papel, h. 1948-1952.
Amigos, esta exposición es pequeña en cuanto a las piezas que presenta, pero inmensa en cuanto a las emociones que despierta. Aquel que la visite descubrirá la importancia que estas artistas dieron, por ejemplo, a la representación de la «hibridación entre lo humano y lo animal».
Amigos, la visita te permitirá leer las aclaraciones que acompañan a los cuadros y a las esculturas. Son fichas que revelan anécdotas que enriquecen la representación visual de unas firmas que, cual garzas reales, posan en el margen inferior de los cuadros.
Cuervo joven, Julia Thecia, gouache sobre lienzo, 1943.
Y ahora los dejo con la pequeña galería que he preparado para que goloseen, aunque no puedo ofrecerles, claro está, las percepciones que resultan de participar en esta peculiar reunión de autoras.
No puedo ofrecerles la impresión que nos produce el hallarnos en la sala donde se reúnen espíritus tan grandes que se manifiestan de manera tan diferente: tanto el arte figurativo como el abstracto, tanto la paleta viva como la sosegada poseen un algo poderoso que las hermanan.
Los caballos de lord Candlestick, Leonora Carrington, óleo sobre lienzo, 1938.
Lector, en 31 mujeres… lo efímero se inmortaliza, pues todo suceso es fugaz para el tiempo, pero no para el hombre. Para el hombre cada acontecimiento que lo estremece es una infinita vastedad.
GALERÍA
Juno y Vulcano, Milena Pavlovic-Barilli, óleo sobre lienzo, 1936.
El libro de las mujeres repulsivas (ilustración), Djuna Barnes, 1915.
Composición vertical-horizontal, Sophie Taeuber-Arp y Jean Arp, (ejecución en relieve), óleo sobre relieve de madera montado sobre Pavatex, 1927-1928 / 1943-1956.
¡Olvidada, como este paraguas a tu lado estoy, infiel Berenice!, Elsa von Freytag-Loringhoven, gouache sobre papel de aluminio, 1923-1924.
Venado, Frida Kahlo, lápiz sobre papel. 1946.
Sin título, Suzy Frelinghuysen, óleo y collage sobre Masonite, 1945.
Composición tridimensional en azul, Irene Rice Pereira, vidrio pintado y estructura de tablas de madera, 1940.
Tulipanes, Anne Harvey, óleo sobre lino, h. 1940.
Jardín de los pavo reales, Esphyr Slobodkina, óleo sobre tabla, 1938.
Espera de espuma, Sonja Sekula, óleo sobre lienzo, 1944.
Pez, Valentine Hugo, pastel sobre papel negro, 1950.
(Proyecto de vestido para el Teatro de los Campos Elíseos).
Atrapasueños, Eyre de Lanux, cadeneta de lana y de algodón, 1927.
La Vía Media (fragmento del mural), Buffie Johnson, óleo sobre lienzo, 1949-1950.
ENLACES RELACIONADOS
Freud en las vanguardias artísticas: «El pensamiento estético en la obra de Freud».
Artes plásticas con nombre de mujer. Maestras.
La mujer, el arte y el siglo XIX. «Invitadas».
Leonora Carrington y los sueños surrealistas.
Georgia O’Keeffe y Elizabeth Bishop.
Arte americano en la colección Thyssen.
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Tres mujeres (Sylvia Plath).
Acerca de «Decolonizar la mirada»: la manipulación en el arte.
La imagen humana: arte, identidades y simbolismo.
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Max Ernst y su «Historia Natural». Prefacio.
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Lina Bo Bardi: tupí or not tupí (1946-1992).
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«Salomé». Oscar Wilde, Alla Nazimova (película).
«Sorolla femenino plural». Pintura.
Clara Peeters. Los bodegones y la buena mesa.
Amelia Peláez. Ornamento y naturaleza muerta (Robert Altmann).
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