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(311) lo bueno y lo malo de ser la generación de las contraseñas

Publicado el 22 octubre 2011 por Alfredomilano
(311)  LO  BUENO  Y  LO  MALO  DE  SER  LA  GENERACIÓN  DE  LAS  CONTRASEÑAS

Margarita Rodríguez

BBCMundo

Ninguna generación como la actual ha tenido que crear, memorizar y usar tantas contraseñas en su vida diaria. Expertos aseguran que el cerebro está siendo desafiado. BBC Mundo explora lo positivo y lo negativo de ser la generación de los passwords.

Una de las estrategias para sobrevivir en un mundo cada vez más digital es proteger nuestra identidad en Internet.

Se trata de una jungla de algoritmos, protocolos, números, códigos, que, aunque no la vemos, tiene un lugar protagónico en nuestras vidas.

Desde tarjetas bancarias pasando por correos electrónicos hasta cuentas en las redes sociales, nuestro día a día está lleno de contraseñas. Nos recomiendan que no las repitamos en diferentes páginas web y que no las escribamos porque es peligroso.


Obsesión

¿Por qué tanta obsesión con las contraseñas?

De acuerdo con un estudio del Registro de Direcciones de Internet para América Latina y Caribe (LACNIC, por sus siglas en inglés), el fraude en el comercio electrónico y el phishing a los bancos en América Latina supera US$93 mil millones.

"Nos piden que hagamos contraseñas complejas porque hoy en día se pueden usar robots, softwares, programas, que van haciendo combinaciones de letras y de números, para poder descubrir las contraseñas de los usuarios", le explicó a BBC Mundo Raúl Echeberría, director ejecutivo de LACNIC.

Es una cuestión de probabilidades. Por eso, entre más compleja y más larga sea una contraseña, más protegido está el cibernauta.

Si el password tiene caracteres especiales y combina letras y números, las posibilidades de descubrirla se reducen, pues los programas que se están ejecutando necesitan más tiempo para poder completar todas las probabilidades posibles.

Sin embargo, no hay garantías. "Las capacidades de procesamiento están avanzando, por eso tendremos que hacer contraseñas cada vez más complicadas", explicó el experto.


Memoria

Pero ¿por qué nos cuesta recordar nuestras contraseñas?

La respuesta es científica: la memoria tiene límites.

Lo que favorece a la lógica de la seguridad digital, perjudica a la lógica del cerebro.

"La solución que nos proponen las empresas (de seguridad informática) es hacer contraseñas que en principio no tengan ningún sentido. Esto va en contra de la lógica de la memoria porque la memoria funciona mejor cuando uno le puede dar sentido a aquello que quiere recordar, cuando le puede asociar algo que nos es familiar", le dijo a BBC Mundo, la doctora María Roca, subdirectora del departamento de Neuropsicología del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro de Argentina.

"Las contraseñas que creamos son en general bastante débiles y hackeables porque los números y las letras tienen un significado para nosotros, lo que hace que sean fáciles de adivinar", señaló la psicóloga.

Un principio básico de la memoria es que recordamos lo que usamos con frecuencia. Por eso es que contraseñas que no usamos con regularidad se convierten en un dolor de cabeza.


Educación

Otro desafío que se le presenta a la generación de las contraseñas es que, a diferencia de la tabla de multiplicar por citar un ejemplo, nadie nos preparó para memorizar passwords.

"Se hace difícil porque en la infancia no aprendimos reglas nemotécnicas que son necesarias (para la creación y evocación de contraseñas). Nos toca desarrollarlas cuando ya tenemos una cierta edad", le dijo a BBC Mundo, Natalia López Moratalla, catedrática de Bioquímica y Biología molecular de la Universidad de Navarra.

La edad también juega un rol clave al momento de recordar.

"Si uno ha tenido la misma contraseña por años, es muy probable que la persona no la olvide, pues se trata de evocar algo del pasado. Pero si quiere aprender una nueva contraseña, es probable que una persona de 70 años tenga más problemas que una de 40", señaló desde Argentina, la doctora Roca.


Multitasking

Pero, lejos de parecer un fenómeno negativo, formar parte de la generación de las contraseñas es también positivo.

El esfuerzo que estamos haciendo para construir, memorizar y evocar contraseñas está ayudando al cerebro.

"El desafío intelectual del cerebro protege sus funciones cognitivas del paso del tiempo y de otras circunstancias", indicó Roca.

El problema se presenta, según la psicóloga, cuando el sistema se sobrecarga, cuando la persona no puede retener tanta información o crear tantas estrategias para evocar sus contraseñas y se angustia.

"Yo creo que, a diferencia de otras épocas, hay muchas cosas que al cerebro de hoy se le están exigiendo. No sólo me refiero a la memorización de contraseñas, esta es una generación del multitasking: hacer varias cosas al mismo tiempo", dijo Roca.


Defensa

Según Marithza Sandoval, directora de la maestría en Psicología del Consumidor de la Universidad Konrad Lorenz de Bogotá, esta era nos ha generado preocupaciones que antes no existían.

Pero eso no es negativo. Al contrario, estamos desarrollando una serie de habilidades que antes no teníamos. Hemos creado mecanismos de defensa para sobrevivir en la nueva jungla.

"Como consumidores y como ciudadanos, hemos aprendido a desenvolvernos en el mundo digital. Nos hemos dado cuenta de que olvidar las contraseñas nos hace vulnerables. Hemos aprendido que las contraseñas son como las llaves (de nuestras casas, automóviles, cajas fuertes) que nos permiten abrir otras puertas (aunque intangibles, igualmente importantes) y por eso hay que cuidarlas", indicó Sandoval.

Los expertos coinciden es señalar que otro aspecto positivo es que se trata de una generación que tiene acceso a información casi infinita, que es sumamente hábil para encontrarla y que ha desarrollado el don de la omnipresencia digital: están en diferentes lugares al mismo tiempo.

Se trata de un grupo de personas que antes de tener una llave metálica, tuvo una llave encriptada.


Soluciones

Contraseñas más vulnerables

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Fuente: Empresa Imperva

Lo importante es que cuando creemos una contraseña, establezcamos un sistema que tenga lógica para nosotros.

Sin embargo, como ha pasado en otras esferas de la generación de las contraseñas, algunas soluciones para los problemas diarios están en un dispositivo electrónico.

Ya se han desarrollado aplicaciones para teléfonos inteligentes que almacenan todas las contraseñas de un usuario.

Y, si el teléfono se le extravía, la información no se ha perdido, la puede rescatar en la "nube".

La estrategia, conocida como "computación en la nube", le permite a los usuarios acceder a su información privada desde cualquier computadora con acceso a Internet.


Dependencia

Sin embargo, esa solución, puede resultar contraproducente.

Depender totalmente de los dispositivos electrónicos o de la nube para guardar nuestra información puede llevar a lo que la profesora López llamó: "la desmemorización del cerebro".

"Si no nos capacitan para tener una buena memoria, nuestra reserva cerebral cognitiva se va a ver empobrecida. Eso es un verdadero reto para las generaciones jóvenes porque si no tienen el cerebro desarrollado, su memoria va a ser muy frágil en el futuro", indicó la profesora.

Tener una buena reserva cerebral cognitiva hace que cuando, por procesos naturales, las neuronas empiecen a morir, el daño no sea tan dramático.

"Una persona que ha cultivado la memoria no la pierde tan pronto. Es un proceso fisiológico: cuando el cerebro se desarrolla convierte la materia gris -que son muchas neuronas, con muchas ramificaciones- en materia blanca, que son conexiones neuronales más perfeccionadas e intensas. Eso es la que nos da la reserva", señaló López.

De acuerdo con la docente, hay que acostumbrar al cerebro a que no todo esté guardado en alguna parte. "Uno no puede pasar el disco duro de su cerebro a un ordenador o confiar que va a estar ahí", señaló López.


Futuro

Actualmente, según Echeberría, se están desarrollando formas alternativas "más amigables" para verificar la identidad de los usuarios en internet.

Se trata de técnicas biométricas que requieren que los usuarios tengan dispositivos específicos para reconocer sus huellas digitales o su iris.

Existe otro método biométrico llamado keystroke dynamics o reconocimiento de patrón de tecleo de un usuario.

"Hay herramientas que, con un índice de probabilidad muy alto, detectan cuando la persona que está tecleando una contraseña no es quien dice ser porque tiene un patrón de tecleo diferente", explicó el experto.


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