33 centilitros y Steve McQueen

Beatriz Benéitez Burgada. Santander
Ayer, antes de entrar al cine, paré un segundo en la tienda de al lado para comprar un botellín de agua. Tenía sed ¿Quiere alguna cosa más? No, sólo eso. Pues es uno con setenta, me dijo. Pocas veces compro agua cuando voy al cine, pero me quedé asustada. Me había dado un botellín de agua del tiempo de 33 cl y yo había pagado 1,70€. Eso quiere decir que estaba comprando agua a más de cinco euros el litro. La gasolina y el gasoil no son baratos, y ahora con el céntimo sanitario menos. Pero, aunque pusiéramos la más cara en el lugar más caro, el agua embotellada triplica su precio. No deja de sorprenderme.
Me acordé entonces del escritor canario Alberto Vázquez Figueroa. Estuvo en Santander en el año 2009 para dar una conferencia, y tuve la oportunidad de cenar con él. Me cayó bastante mal, la verdad. Hablaba con desprecio de sus libros; dijo que lo único bueno que había escrito era Tuareg, y que lo demás eran novelillas de tres al cuarto. Lo dijo él, no yo. Le encontré egocéntrico y algo prepotente. Pero, como lo cortés no quita lo valiente, dijo algunas cosas interesantes. Lleva años enfrascado en proyectos de energías renovables relacionados con el agua. De hecho, es o era propietario de una empresa desalinizadora por presión, un método inventado por él mismo. Promocionó su invento en el libro Vivir del viento, publicado en 2003. Figueroa dice a quien le quiera escuchar que el agua será el oro del futuro. Y por el camino que vamos... es posible que, en esto, tenga razón.
En el primer mundo está empezando a ser un lujo. Pero, al menos para nosotros, es accesible. Lo que me lleva a recordar que cerca de 1.500 millones de personas en el Planeta carecen de agua potable. De hecho, uno de los Objetivos del Milenio marcados por Naciones Unidas es reducir a la mitad esta cifra para el año 2015. 190 países, entre ellos España, apoyan este reto. Parece que estamos aún lejos de conseguirlo. Cada día mueren aproximadamente 10.000 personas por falta de agua en buenas condiciones. Eso sí es para asustarse. Dicen las estadísticas que en España tendemos hacia un ligero ahorro. Pero también dicen que, como media, cada persona consume entre 125 y 150 litros de agua al día, lo que supera con creces a los 30 litros que establece Naciones Unicas como cuota básica.
Cuando trabajaba en El Diario Montañés, escribí varios reportajes sobre el proceso del agua potable en Cantabria, desde que es recogida de los ríos hasta que aparece en el grifo de nuestras casas. Puede que aquellos trabajos me ayudaran a tomar conciencia de su valor. Es posible que la mayoría de la gente desconozca lo que cuesta llevar a casa el agua apta para el consumo. Según el Ministerio de Medio Ambiente, el coste que los ciudadamos asumimos representa poco más de seis por ciento del total. Me refiero a los económicos, no a los ambientales, que deben ser incalculables. Puede que sea en esto último en lo que debamos de pensar alguna vez cuando abramos el grifo. En la huella que dejamos a nuestro paso.
Empecé por el cine y mi botellín de agua y termino con la conciencia social, el ahorro del agua y los cuidados del Planeta. No sigo porque no se donde podría terminar... Por cierto, vi Shame, dirigida por Steve McQueen y protagonizada por Michael Fassbender. La interpretación, espectacular. Pero a mi me pareció algo lenta, un tanto amarga y bastante turbia. Me trasmitió desasosiego. Es más que posible que sea un obra de arte. Pero no os la recomiendo.