Llámame exagerado si gustas, pero la verdad es que en un lapso tan corto me han caído varios veintes…
Ahora, con 35 años, estoy en el punto exacto de no retorno en varios aspectos y es que envejecer no siempre te da pauta para ponerte a pensar en los detalles.
- Ya no es tan fácil que cambies de trabajo, pues “allá afuera”, en el mercado laboral, estas como los futbolistas. Te encuentras en la edad en la que no necesariamente te elegirán por tu experiencia pues muchos profesionales de RRHH y empresas publicas y/o privadas prefieren gente joven. La media es 29 a 34 años.
- Es momento, si es que no lo habías hecho, de pensar en el futuro lejano… muy lejano y cuadrar un plan para el retiro y voltear a ver la afore y meterle más dinerito. Antes, ni siquiera me había tomado el tiempo de saber en qué afore estaba.
- Con dolor en las articulaciones y espalda, es tiempo de aprender a comer más y mejor y sumarle actividad física, claro está, si está en tus planes jugar con tus hijos y aguantarles el ritmo.
- Hay cosas que, en la antesala de los 35 años, ya comienzan a valerte madres. Por ejemplo: el antro, los bailes, las pedas y agregas valor a otras cosas, en mi caso, a una buena copa de vino, una taza de café o una malta simple con hielo.
¡Vaya viejazo!
La esperanza que tengo es que los 30’s son los nuevos 40’s y tengo dos rutas: dignamente abrazar el paso de los años y andar chavoruquiando a lo güey dando pena ajena .
Abur!
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Imágen: Pixabay.