Primavera de 1938, Viena ha dejado de ser un lugar apacible tras la llegada al poder de los nazis. La única salida es marcharse, pero no es fácil. Elise Landau lo consigue por medio de un anuncio de trabajo: en la mansión isabelina de Tyneford, en la lejana Inglaterra. Hija de un escritor y de una cantante de ópera, hermana de una virtuosa instrumentista, mimada desde su infancia, Elise tendrá que trabajar de camarera. Ella, que siempre tuvo servicio en casa, no sabe cocinar, ni dar brillo a la plata, ni cera a los suelos, ni servir el té. Tampoco se maneja bien en inglés. En Tyneford se enfrentará a los celos y las envidias, a las humillaciones clasistas, pero también descubrirá el amor. Sus únicos lazos con su hogar son las cartas de su hermana y una viola en la que su padre escondió un manuscrito antes de partir. La guerra se acerca, el mundo está cambiando y Elise también.
LA VIOLA DE TYNEFORD HOUSENatasha Salomons
456 PáginasAlianza EditorialRústica HiloISBN: 978-84-206-0887-7Lengua: castellano
Nadie podrá sacarme nunca de la cabeza la idea de que no hay nada más duro que verte obligado a dejarlo todo, a huir de aquello que conoces y siempre formó parte de ti porque está en peligro y te expone a él, y a no poder mirar atrás porque nunca sabrás si cuando lo hagas seguirá estando ahí. Refugiarte en tierras extrañas, convirtiéndote por ende en refugiado, habiendo dejado a tus seres queridos expuestos a lo peor o a la espera de también poder empezar de nuevo en otro lugar (o al menos creyendo eso). Y todo ello disponiendo tan sólo de una dirección postal (a veces ni eso) para paliar la angustia e incertidumbre acerca de si seguirán vivos... si conseguirían escapar, o si por el contrario ya son un número más que sumar a tantos.
Terrible ¿verdad?, pues esa es la historia de Elise Landau, nuestra protagonista. Una historia como tantas otras puesto que Elise encarna a todos esos judíos que debieron abandonar Viena antes y durante la II Guerra Mundial, y también al resto de personas que se entregaron al exilio en conflictos más pasados o más presentes.
«Estaba hueca, vacía por dentro. Me imaginé tan vacía como una muñeca rusa, llena de nada negra»
Y así comienza la novela, cuando la familia Landau (Julian, Anna y sus hijas: Elise y Margot) decide huir de Viena al vaticinar que comienzan a gestarse todos los acontecimientos que desencadenarán el conflicto que va a tener al mundo consternado entre 1939 y 1945. Julian y Anna optan por poner a salvo en primer lugar a sus hijas: Elise es enviada a Inglaterra, y Margot y su marido a California; esperando reencontrarse todos posteriormente en Nueva York, una vez que los cabezas de familia consigan sus visados de salida.
La familia Landau pertenece a la burguesía de la época. Julian es escritor y Anna cantante de ópera, trabajos que les permiten vivir acomodadamente y con cierto lujo. Elise crece por tanto en un ambiente protector en el que a pesar de no destacar en nada (no es bella como su hermana y su madre), ni de tener a priori ningún talento especial (no tiene dotes para la música como ellas también tienen), se siente muy querida y constantemente azuzada o estimulada a mejorar su puntos débiles: los modales, sus constantes devaneos con la comida... Pero tendrá que romper con todo eso e instalarse como doncella en una mansión isabelina inglesa sin conocer el idioma y teniendo que enfrentarse a tareas para las que nunca fue educada, lejos de su familia y de todo lo que conoce, y llevando con ella tan sólo sus escasas pertenencias... recuerdos... y una viola que esconde un secreto que deberá guardar.
Tyneford cambiará la vida de Elise en todos los sentidos. La evolución de su personaje es evidente a medida que se van pasando las páginas. Supongo que, simplemente, aprender a lidiar con la dureza de la vida y se convierte en una mujer. Conocerá el amor y la pérdida, vivirá con la nostalgia vieja cosida a su alma y lidiará con la nueva, se sentirá querida... ¡amada! y humillada; pero sobre todo, en mi opinión, se hará fuerte, muy fuerte.
«Yo llevaba mi pena como si fuera un viejo jersey de lana;me picaba, pero sin embargo me lo ponía todas las mañanas,encontrando casi cómo conocerlo tan bien»
La historia en sí es una de tantas, y nos la cuenta Elise de primera mano. La acción no es trepidante y, en mi caso, ningún personaje me llegó a lo más profundo a pesar de, por supuesto, empatizar con nuestra protagonista por todo lo que le ocurre. Natasha Solomons teje las palabras de un modo sencillo y fácil de leer, y las descripciones y los diálogos se intercalan equilibradamente.
No, no ha sido una lectura excepcional de estas que me dejan anhelando más pero, sinceramente, me ha resultado muy emotiva y ha conseguido mantener mis sentimientos a flor de piel en muchísimos momentos y, ya sólo por eso, la recordaré con cariño.
«Aquella Elise, la chica que yo era entonces, me declararía cosa del pasado pero se equivocaba. Yo todavía soy aquella Elise. Todavía estoy de pie en la cocina con la carta en la mano, mirando a los demás... y esperando... y sabiendo que todo debe cambiar».LA VIOLA DE TYNEFORD HOUSENatasha Solomons
«La guerra tenía lugar en otra parte. Advertía el dolor que producía el silencio de mi familia, y en la lenta de los desaparición de los jóvenes, uno a uno, que se alistaban en las fuerzas armadas. Para lo que nos quedábamos aparte, la vida seguía como antes: los criados protestaban por los inconvenientes y teníamos que batir la leche de nuestra granja para hacer la mantequilla, y sin elásticos las medias se nos caían hasta las rodillas, pero los cambios eran molestos, todavía no catastróficos. Todos notábamos que había guerra por las noches en completa oscuridad y por el silencio de las campanas de la iglesia, pero las informaciones de la radio se referían a otro mundo. Tyneford casi no parecía pertenecer a Europa, y si nos limitábamos a quedarnos allí, ocultos en estas colinas y valles, estaríamos a salvo».LA VIOLA DE TYNEFORD HOUSENatasha Solomons
Muchísimas gracias a Alianza Editorial por su confianza en mí y su ejemplar