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Paul R. Pillar fue un agente de la CIA durante 28 años y puede asegurar que los pifies de la inteligencia estadounidense viene de sus malos líderes y no de sus espías.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Paul R. Pillar fue un agente de la CIA durante 28 años y puede asegurar que los pifies de la inteligencia estadounidense viene de sus malos líderes y no de sus espías. Tradujimos para nuestros lectores el apasionado relato publicado en Foreign Policy:
“Los presidentes toman decisiones basados en la inteligencia”
Los grandes no. De George W. Bush anunciando informes sobre armas de destrucción masiva en Irak a los candidatos presidenciales republicanos este año comprometiéndose a fijar la política en Afganistán sobre la base de los dictados de la comunidad de inteligencia, los estadounidenses a menudo tienen la sensación de que las manos de sus líderes son guiados por el aparato sabelotodo de sus espías. Después de todo, USA gasta alrededor de US$ 80 millones en su inteligencia cada año, lo que proporciona un flujo de información y orientación importante cada semana en temas que van desde la caza de terroristas a la batalla contra la creciente capacidad militar de China. Estos informes permiten a los formuladores de políticas adoptar decisiones cada día, obligándolos, a veces, a poner el foco en algún tema que, de otra manera, no harían. Por ejemplo se puede citar el caso de la creciente amenaza de Al Qaeda a finales de 1990.
Sin embargo, en las principales decisiones de política exterior, como ir a la guerra o, en general, repensar la estrategia de USA en el mundo árabe (el presidente Barack Obama probablemente lo esté haciendo por estos momentos), la inteligencia no es el factor decisivo. Las influencias que realmente importan son las que traen consigo los líderes políticos: su propio sentido estratégico, las enseñanzas que traen de la historia o sus experiencias personales, los imperativos de la política interna, e incluso su propia neurosis. Un memorando o emanado de algún rincón ignoto de la burocracia difícilmente tenga una oportunidad.
Además, nunca se debe subestimar la influencia de la sabiduría convencional. El presidente Lyndon B. Johnson y su círculo íntimo recibieron evaluaciones sombrías de la comunidad de inteligencia acerca de la capacidad de Vietnam del Sur para mantenerse en pie, así como informes pesimistas de los líderes militares de USA acerca del probable costo (en términos de dinero, tiempos y especialmente, hombres) que demandaría el esfuerzo de los militares de USA allí. Pero perdieron frente a la teoría del dominó -la idea de que si Vietnam del Sur caía en manos del comunismo, una sucesión de otros países en el mundo en desarrollo seguiría sus pasos. El presidente Harry Truman decidió intervenir en Corea sobre la base de las lecciones del pasado: el fracaso de los aliados para hacer frente a las potencias del Eje antes de la Segunda Guerra Mundial y el éxito de Occidente en la posguerra en su firme respuesta a la agresión comunista en Grecia y en Berlín. Apertura histórica del presidente Richard Nixon a China fue causada por la estrategia comercial y energética de las grandes potencias y su lugar en él reparto del mundo. Los recientes resonares de los tambores de guerra de la administración Obama sobre Irán es en gran parte en función de la política interna. Los consejos de Langley, para bien o para mal, poco tuvieron que ver con todo esto.
“Una mala inteligencia llevó a la Guerra de Irak”
No, lo hizo el mal liderazgo. La inteligencia puede haber tenido un lugar destacado en la venta que Bush hizo de las necesidades y bondades de invadir Irak, pero no desempeñó casi ningún papel en la decisión en sí misma. Si las evaluaciones de la comunidad de inteligencia apuntaban a cualquier curso de acción, ese era evitar una guerra, no lanzarse a una.
Cuando el Secretario de Estado Colin Powell se presentó ante las Naciones Unidas en febrero de 2003 para argumentar a favor de una invasión de Irak, dijo: "Saddam Hussein y su régimen están ocultando sus esfuerzos para producir más armas de destrucción masiva", una observación que dijo “se fundamentaba en inteligencia sólida". Sin embargo, en una entrevista un tanto más sincera 4 meses más tarde, el subsecretario de Defensa Paul Wolfowitz, reconoció que las armas de destrucción masiva eran simplemente "el único tema en que todos podrían estar de acuerdo". La comunidad de inteligencia no tenía ninguna alarma o bandera roja sobre el tema cuando la administración Bush llegó al poder, de hecho, la edición 2001 de la memoria anual de la comunidad sobre las amenazas en todo el mundo ni siquiera mencionaban la posibilidad de que Irak tuviese o buscase armas nucleares o contase con arsenales de armas químicas o biológicas. El gobierno no ha solicitado el reporte correspondiente al año 2002 (que finalmente resultó erróneo) sobre la inteligencia existente sobre Irak y programas de armas no convencionales, -central en la tesis oficial de la invasión-, fueron los Demócratas del Congreso quienes lo hicieron, Y sólo 6 senadores y un puñado de representantes se molestaron en mirarlo antes de votar acerca de la guerra, de acuerdo a funcionarios que mantuvieron la custodia de las copias. Ni Bush ni Condoleezza Rice, entonces su asesora de seguridad nacional, habían leído el informe completo por aquel entonces. En cualquier caso, la campaña de relaciones públicas a favor de la guerra ya había comenzado antes de que el documento fuese escrito.
Si Bush hubiera leído el informe de la comunidad de inteligencia, habría visto que el caso de su administración a favor de la invasión estaba en su cabeza. Los funcionarios de inteligencia concluyeron que era poco probable que Saddam usase armas de destrucción masiva contra USA o se las diese a terroristas -a menos que USA invadiese Irak y tratase de derrocar su régimen. La comunidad de inteligencia no creía, como el presidente afirmó, que el régimen iraquí era un aliado de Al Qaeda, y correctamente previó que cualquier intento por establecer la democracia en un Irak post-Saddam sería un camino arduo.
En otro memo previo a la guerra, la comunidad de inteligencia concluyó que el intento por construir un nuevo sistema político en Irak sería "largo, difícil y probablemente turbulento", agregando que cualquier autoridad posterior a Saddam se enfrentaría a una sociedad "profundamente dividida con una posibilidad significativa de que los grupos nacionales participen en conflictos violentos entre sí a menos que una fuerza de ocupación les impide hacerlo”. Las menciones a iraquíes recibiendo a los soldados de USA con flores, o que la guerra se pagaría a sí misma, estaban ausentes. No hace falta decir que nada de eso hizo ninguna diferencia a en la Casa Blanca.
Difícilmente. El récord de fallas de la inteligencia de USA en el siglo 20 es harto conocido y, sobre todo, indiscutible. Pero si estos fracasos -o los éxitos- importaron en el cuadro general, esa ya es otra cuestión.
La CIA predijo tanto la irrupción como el resultado final de la Guerra de los Seis Días en 1967 entre Israel y los Estados árabes vecinos, algo bastante impresionante que se rumorea le ganó al jefe de la inteligencia estadounidense, Richard Helms, un asiento en la mesa de los almuerzos que el presidente Johnson mantenía públicamente cada martes. Aun así, con inteligencia de primera, o se pudo ayudar a Johnson a evitar la guerra, que produjo los contornos básicos de los insuperables hoy conflicto palestino-israelí de hoy en día. y la inteligencia de USA fracasó completamente en predecir un ataque sorpresa de Egipto a Israel 6 años después. Sin embargo, la desagradable sorpresa de Egipto en 1973 no impidió que Nixon y el Secretario de Estado Henry Kissinger lo presentasen como un triunfo diplomático, explotando el conflicto para consolidar las relaciones con Israel, expandiéndola las luego a Egipto y los otros estados árabes, todo a expensas de los soviéticos .
La inteligencia de USA tampoco pudo prever la revolución iraní de 1979. Pero fue la falta de atención de los políticos a Irán y los desacuerdos dentro de la administración del presidente Jimmy Carter, no mala inteligencia, lo que mantuvo a USA ajeno a tomar decisiones difíciles antes de que el régimen del Shah tocase las puertas de la muerte. Incluso después de meses de disturbios en varias ciudades iraníes, el gobierno de Carter preocupados como estaba con las negociaciones de paz entre Egipto e Israel y con la revolución sandinista en Nicaragua- aún no había convocado a ninguna reunión política de alto nivel sobre Irán. "Nuestros circuitos de toma de decisiones estaban sobrecargados en gran medida", recordó años más tarde Zbigniew Brzezinski, consejero nacional de seguridad de Carter .
Los imperfectos análisis de inteligencia sobre otro levantamiento político del momento -el colapso de la Unión Soviética- poco importa. La influencia decisiva sobre la política de USA hacia la URSS en la década de 1980 fue el instinto de Ronald Reagan. Desde los primeros días de su presidencia, la idea de que la Unión Soviética estaba condenada al fracaso -y pronto- se convirtió en un artículo de fe para el presidente número 40 de USA. "Los rusos nunca podrían ganar la carrera armamentística", escribió tiempo después . "Podríamos gastar más que ellos por siempre".
ama bin Laden. La CIA creó una unidad especial centrada en bin Laden a principios de 1996, cuando Al Qaeda estaba empezando a tomar forma como la agrupación terrorista transnacional y antiamericana que hoy conocemos. El presidente Bill Clinton declaró en 1998 que "el terrorismo está entre las prioridades de la agenda de USA". También lanzó una acción encubierta contra Al Qaeda que incluía el desarrollo de planes para capturar a Bin Laden, incluso antes de los atentados de 1998 contra las embajadas de USA en África.
Cuando los funcionarios de seguridad nacional de Clinton le entregaron sus carpetas a la gente de Bush, hicieron hincapié en la amenaza que se materializaría el 11/9. Sandy Berger, saliente asesor de seguridad nacional, le dijo Rice , "Vas a pasar más tiempo en los próximos 4 años con el terrorismo en general y específicamente de Al Qaeda [que] con cualquier otro tema". Si no se hizo más antes del 11/9 para contrarrestar la amenaza, es porque reunir apoyo público para algo parecido a una guerra en Afganistán o la imposición de medidas costosas y engorrosas de seguridad en el país habría sido políticamente imposible antes de que terroristas atacaran a USA.
La prueba más fidedigna de la comprensión pre 11/9 de la comunidad de inteligencia en la materia es la misma declaración de febrero del 2001 relativa a las amenazas mundiales y que no identificaban un programa nuclear de Irak o arsenales de armas no convencionales. En su lugar, identificaba al terrorismo y a Al Qaeda, en particular, como la amenaza N º 1 para la seguridad de USA -por delante de la proliferación de armas, el ascenso de China, y todo lo demás. Bin Laden y sus asociados, según el informe, eran "la amenaza más inmediata y grave" y eran "capaces de planear varios ataques con poca o ninguna advertencia". Todo era muy correcto.
supervisión que les haría hacer mejor su trabajo . Pero la gran mayoría de las reformas de inteligencia eficaz vienen de adentro, no afuera.
Los organigramas de la CIA y otras agencias de inteligencia de USA han sido sometidos a revisiones frecuentes y drásticas a veces, un reconocimiento de la necesidad de adaptarse al mundo cambiante de los organismos encargados de supervisar y analizar. La CIA fusionó sus unidades de análisis que cubrían a Alemania Oriental y Occidental a la espera de la reunificación alemana mucho antes de que la unidad alemana se lograse en 1990. Otras medidas, como el desarrollo de una mayor capacidad en idiomas extranjeros o de los analistas o técnicas más sofisticadas, han sido el foco de la atención en el interior de las agencias durante años. El cambio más efectivo, y probablemente el más revolucionario, en el trabajo de la comunidad de inteligencia contra el terrorismo fue la creación del Centro Antiterrorista de la CIA en 1986 -una experiencia exitosa que rompió la vajilla burocrática, permitiendo una mejor recopilación de información y que los analistas y otros especialistas pudiesen trabajar coordinadamente.
Las reformas aplicadas desde el exterior han recibido más atención del público, pero ha logrado mucho menos. Después del 11/9, la comunidad de inteligencia se sometió a una reorganización por orden del Congreso tras la recomendación de la Comisión 11/9 haciendo que todas las agencias de espionaje rindan cuentas a un solo director de inteligencia nacional. Pero la medida no tiene, como se esperaba, a la comunidad de inteligencia unificada, en lugar creó otra agencia que se sienta precariamente por encima de las otras 16. Dado que añade y no remplaza, hay ahora mayor confusión que antes.
óximos complots terrorista o de acabar con un mal tipo.
Pero fue el cambio radical y evidente en las prioridades de USA después del11/9 que hizo la mayor diferencia. La lucha contra el terrorismo, más que cualquier otra misión de inteligencia, depende de una estrecha colaboración con otros gobiernos, que tienen el conocimiento crítico de primera mano, la policía local, y las facultades de investigación que USA por lo general carece. Antes del 9/11, la voluntad de los gobiernos por cooperar solía ser escasa, sobre todo cuando se pretende incomodar intereses locales. Después de 11/9, sin embargo, funcionarios de USA podían presentarse en prácticamente cualquier oficina de sus homólogos extranjeros y decir: "Esta vez lo decimos en serio". Algunos resultados de este gran cambio los éxitos en la congelación o incautación de activos de los terroristas financieros, por ejemplo - han sido visibles.
En definitiva, el seguimiento de las amenazas anti-USA del extremismo en el sur de Asia dependerá más del estado de las relaciones de USA y Pakistán que del desempeño de un oficinista en la burocracia en Washington.