Hace tiempo os conté que me había marcado un reto: escribir todos los días durante al menos cinco minutos. Pues ayer por la noche sumé el día 365.
¡Un año completo escribiendo cada día!
El 99% de esos días he escrito ates de dormir, cuando me acostaba, cuando ya no me quedaba tiempo para nada más. Los días que más cansado estaba física o moralmente solo eran cinco minutos, y otros me ponía a escribir y estaba media hora, una hora o más. Era tiempo que no tenía, que no existía. El que siempre se dice: no lo hago porque no tengo tiempo. El resultado de 365 días haciendo lo que me gusta en el tiempo que no tenía ha sido una novela terminada, Sin identidad ; un libro infantil terminado presentado a un concurso; otra novela en curso y una novela juvenil empezada. No sé si es mucho o poco. Solo sé que es el fruto de dedicarme a hacer lo que me gusta en el tiempo que no tenía.