Revista Literatura

38. Adiós, esmarfouns, ¡que os desconecten!

Publicado el 24 diciembre 2019 por Retolicasdelvallico @retolicas

A Agustín García Calvo

Enorme placer el estar ya muerto como decís vosotros, fundido con el no-ser como digo yo.

Libre de la Realidad, de las morroñosas trampas de la no-veracidad con las que añadís cada día, a vuestras infectas heridas, ese dolor inagotable.

Enorme placer no tratar ni de lejos con vosotros, tropa de ovino comportamiento, apocados simios que discurrís por el mundo del Capital, blandiendo los esmarfouns, con sus formas de portátiles atauditos (pues la palabra ataúd también tiene diminutivo), para que el Capital sea en ellos, y de paso en vosotros.

Y a esto es a lo que me refiero…

A los que aturden vuestros ya atrofiados cerebros con ese vómito de noticias, música, mensajes, opiniones y bromas a las que, cuando intento llamarles información, sólo consigo denominarlas ruido.

A los que matan la reflexión, provocando que el pensamiento apenas horade un estímulo antes de lanzarse al siguiente, y ya, antes de haber llegado a este y de tomar siquiera la forma de idea embrionaria, arrojarse a la senda dela infinita expectativa para producir su racimo de abortitos del raciocinio.

A los que asesinan La Paciencia, que nuestros mayores consideraban “el arte de la Ciencia” (y, por tanto, del Conocimiento), pues en los Reinos de Nuestro Señor San Gúguel , las respuestas se generan en sincronía con las preguntas; la Realidad se prostituye, barata, en forma de unívoca e inmediata respuesta a golpe de clik.

A las máquinas perras y tragaperras del pensamiento, cuya borrachera de luces y sonidos viene con el despertar de la devastadora resaca de la idiocia multitarea (multi-tás, diréis los clauns que creéis que sabéis inglés).

A los homicidas de la sorpresa, de la posibilidad, de la espontaneidad, del aburrimiento, de la creatividad y de la génesis.

A los que inoculan pasividad y cercueil-dumbre en las almas de vosotros, victimario.

A ese cloroformo necesario para la extirpación del brillo en la mirada, para la extracción de las glándulas supra-reales que la Administración requiere para todo su rebaño, vosotros que os llamáis vivos.

Por ellos, la Realidad os acompaña siempre para que, ciegos de luz, sordos de ruido e inútiles de utilidades, se os ahorre la molestia de vivir, de gestar cada una de vuestras Verdades, postrando vuestra mirada al pozo luminoso de la Administración de Muerte que el Capital os obliga a comprar.

El navegador os dirá, zombidiotas, con su voz de hembra inane, por donde ir a adquirir la Felicidad que la Realidad os promete. Acariciaréis su estéril pantalla táctil con la delicadeza y destreza con la que nunca lo haríais en caso de tratarse de un órgano sexual, ni propio ni ajeno.

Los cacharritos, faros de La Felicidad para enajenados, ojos de Demonio, os acercan a la Realidad virtual no virtuosa, alejándoos de la Verdad personal, de las virtuales realidades. Regalando vuestra vida a cambio de cuentas de colores, os repanchingáis en la portátil poltrona que entroniza al Capital y a su Administración de la Muerte.

Esos cachivaches os permiten, mequetrefes, realizar maravillas tales como, a saber:
-consultar la antepenúltima letra de la hipo-teca, gracias a la aplicación que vuestro Banco de tortura del Capital os facilita.
-digerir las últimas ideas defecadas por la progresía o el facherío (en función de vuestras escatológicas preferencias), elaboradas por las lavadoras de cerebros del Capital.
-saber la temperatura que hace al otro lado de tu ventana (no vaya a ser que se te ocurra abrirla).
-mandar una broma casi sin gracias a alguien que casi no te importa.
-otros prodigios…

Perdonad, ¡se me olvidaba! Os ayudan a generar, gracias a los selfis colgados en faith-buk esa identidad con la que proyectar vuestra infra-vida mediocre hasta la pretendida estratosfera del reconocimiento social. Lamentablemente, oh necios, la catapulta de atención de vuestros idiotizados congéneres apenas alcanza el segundo piso y, siendo fugaz como floración de amapola en barbecho, os veis obligados a, con redomado esfuerzo, volver a generar contenidos, de los que ser meros continentes.

¡Ay, petimetres! , que os sabéis en vuestra certeza omnipotentes y omniscientes diosecillos de aplicaciones, mientras no sois más que muertos murientes de andar por casa, aplicados alumnos de La Administración… ¡Qué sabréis de libertad, vosotros, encadenados!… ¡Qué sabréis de poder, vosotros, incapacitados, desengrasadas sillas de ruedas para vuestros tetrapléjicos pensamientos!

Cuan dichoso yo, pues ya muerto, no oigo las molestas alertas y notificaciones de la Administración de Muerte en cómodos plazos, ni siento la desconsoladora vibración que exige inmediata atención a sus necesidades, ni me siento vacío al sentir su ausencia en mi bolsillo. Dichoso yo, que ni busco ni buscaré ya nunca ese mensaje, el único esperado, ese que nunca llega…

¡Ay, founs , que os den por el Futuro! Que por el mismo agujerito por el que recibís la descarga, os den más de lo que podáis resistir. Desde aquí, desde la Verdad de la Nada, os mando por guasa vuestro afamado emoti-con de sonriente ñordo.

¿Agustín García Calvo?


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