Revista Diario

4 pintas y 3 yardas en la campiña inglesa-3

Publicado el 29 noviembre 2012 por Maricari

Resumen entrada anterior: viuda española jubilada se va a Londres a vivir, sin conocer el idioma, buscando el calor de su única hija que no tiene tiempo para ella y sin más compañía que un reloj que marca una hora menos de lo que debería... y hace 4 amigos y 3 amigas en el club de campo dónde comienza a recuperar su juego de pádel que viene a ser como el swing en el golf...

--o0o--
El gordete de los 4 pintas no paraba de hablar mientras tomaba sorbitos de su tónica, y yo pensaba que me estaba perdiendo el relato más cachondo de toda la historia del pádel y sus pachanguitas. Pero era una lástima que no entendiese ni mú, así que terminé mi té verde, que es muy inglés, y me levanté dedicándole una sonrisa, aún sabiendo que el gordete estaba esperando mi primera carcajada de aceptación, pero era lo que había, yo también tengo algo de flema española cuando se me arruga el moño.


4 pintas y 3 yardas en la campiña inglesa-3

Al ver que me alejaba me llamó con un Darlin, Darlin, y me señaló el número 5 con su mano libre, pues con la otra apuñaba el vaso, casi vacío, de la 7up.

Yes, yes, mañana aquí a las 5, osea, a mis 4. Good Bye, le contesté. Y es que a ratitos me iba soltando.

Desperté y era un día fresco y frío, que no es lo mismo. No, no señora, aquí en Londres no es lo mismo ni mucho menos. Me puse la faldita con unas mallas piratas y me anudé un pañuelito al cuello, mientras pensaba que llevaba más de 2 días saludando en la distancia con la mano a mi hija en el Club, pero al menos la veía. Y allí que estaba a mis 4 y allí que estaban esperándome las 4 pintas y las 3 yardas a sus 5, y fuese lo que fuese que había sucedido el día anterior, todos estaban a partir un piñón, ¡Cómo son estos ingleses de comedidos y protocolarios! Tomo nota.

Bueno, pues nada, a la pista a ver si de una vez ganábamos la irlandesa y yo. No pudo ser, aunque como decíamos mis amigas padeleras en España, de eso hace mucho, pero que mucho, bueno, no tanto, ¡jugamos como nunca pero, perdimos como siempre!

Cuando salimos de la pista, teníamos a los 4 pintas esperando, la verdad es que tenía curiosidad por saber cómo narices siempre terminaban antes que nosotras, si nuestros puntos apenas si contábamos 2 golpes mal dados, pues en lo que a mí respecta no tocaba bola, pero mi compañera aún tocaba menos y es que las dos inglesas espigadas siempre nos zarandeaban a un lado y al otro de la pista, y ellas sin despeinarse, bueno, sin que se les movieran los postizos, porque llevar, llevaban.

El cabreado del otro día me miró a la cara y en un casi español vascuence me dijo, en nombre de todos, que si quería acompañarles el fin de semana a visitar la bella y grandiosa campiña inglesa. 

La verdad es que dijo chacina inglesa pero, no le di importancia ni me reí, puesto que en ese momento comprendí que todos mis célebres tacos en pista habían sido entendidos por aquel ofuscado cardo colorado y me puse roja como él. 

Decliné muy amablemente la invitación en un rotundo y altivo ¡Ni mijita, mis findes son sagrados para aburrirme yo solita! y me despedí hasta el Lundí (me había pasado toda la vida que siempre que viajaba a un país extranjero me salían palabras en un sinfín de idiomas excepto en el que necesitaba, así que el moonday brilló por su ausencia).

Qué situación más boba pensaba en la ducha, mira que no decir moonday, como siempre yo solita me bastaba para hacer el ridículo. Salí de la ducha y cerca de mi ropa estaba la irlandesa con cara compungida y con una foto de lo que era un hotelito rural monísimo, y dije que sí. ¿Qué se le va a hacer? Si es que nunca he sido capaz de negar nada a los ojitos tiernos de los animalillos, y la irlandesa parecía un precioso y desvalido perro pacho en esos momentos.

Por detrás de la foto escribí mi dirección y mi teléfono. A la mañana siguiente a las 12 horas española y 11 frías londinenses, sonó mi teléfono. La voz del pinta gruñón me decía algo así como estamos en la puerta en un español de boca cerrada y chirriar dientes y muelas, como nerdenthal, y digo yo, que mejor podían haber tocado el timbre. ¡Ah, estos ingleses son tan estirados que ni siquiera se bajan del coche para recogerte! Excepto el gordito, que saltó como con un resorte y me abrió la puerta del copiloto, caballerosamente, sentándome al lado del gruñón y dije... "monin" en un perfecto londinense. 

Íbamos dos coches dispuestos a recorrer la campiña inglesa. 


Fin
((Es mejor que lo dejemos aquí y que cada cual idee cómo termina la historia, pero sí, estoy con vosotr@s, el gordito será... un buen padrino porque le doy al gruñón un mes para que caiga rendido)).
P.D.: "La vida siempre reserva puertas de salidas a la izquierda, a la derecha, adelante, atrás,  explicadas como si de un avión a punto de despegar se tratara, pero cuidado, porque por mucho manual que tengamos, podemos tirarnos en paracaídas y que éste no se abra".
MariCari, la Jardinera fiel.

{¡B U E N A_____S U E R T E!}♥ ღ ♥

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