y parecía que gemía el cielo
en un lamento prolongado
de agonía.
Te vi temblar
sumida en el silencioy me acerqué hasta tí
tratando de calmarte.
Tú me miraste
de un modo apresurado,como buscando en mí
la paz que te faltaba.
Te di mis manos,
mi abrazo y mis palabrasy así empezó la luz de aquel poema.
Luego, sus versos,
trazaron mil destellosy nos rendimos ante su magia.
Fuimos con ellos
a tierras muy lejanas,por mares y desiertos,
por valles y por playas
hasta encontrar la paz
y el equilibrio
que tanto precisaban nuestras almas.
Allí nacieron
muchísimos poemasque fueron la semilla
de tantos besos.
Besos del aire
robados a la brisay al nordeste.
Besos del mar
regados con salitre
y algunas olas.
Besos del cielo
mandados por la luna
y las estrellas.
Besos del bosque
con voces y suspiros
de sus ramas.
Besos del río
con bellas sinfonías
de sus meandros.
Besos del agua
corriendo por las fuentes
y por las plazas.
Besos y besos
llegaron desbocadosformando versos y mil poemas.
Y en ellos tú
durmiendo entre mis brazosindiferente y ajena a todo.
...Habíamos dejado atrás
los miedos y tormentasde nuestras almas.
...Sin darnos cuenta
los dedos se pararon,dejaron el bolígrafo,
durmieron los poemas,
y se buscaron...
Rafael Sánchez Ortega ©
01/03/20