
Día 9, en la tarde.
Otro día de encierro obligatorio. Día de pensamientos profundos y de hablar conmigo mismo.
Día de romper el silencio (o, al menos, intentarlo),a través del pensamiento, a través del sentimiento, a través de la palabra.
¡Palabras vacías en el silencio! Palabras que intentan llegar, al menos, a mí mismo, para darme ánimos, para que rompa las telarañas del miedo.Palabras sin metáforas, sin volcar el adorno de las olas la caricia de la brisa y el rumor de los suspiros y el nordeste.
¡Palabras, palabras, palabras...! Dejemos las palabras, vayamos al hoy, el miedo que hay por delante, la garganta que atenaza, el corazón que se encoge, el alma que se estremece, el hombre que duda y el niño que hace tiempo se ha dormido y no se quiere perder el sueño, maravilloso,de la vida.
Rafael Sánchez Ortega ©23/03/20
