
Ahora vamos tú y yo. Somos dos y nos miramos de vez en cuando. Sonreímos y unas veces hablamos y otras no decimos nada. Son momentos en que sobran las palabras. Quizás nos preocupamos más de respirar bien, que no nos falte el aire. Y así, cuando subimos un pequeño repecho, hacemos alguna parada para coger fuerzas, para tomar aire, para no cansarnos y, también, para mandar con nuestros labios un soplo de brisa a la cara que tenemos cerca, y así, abrir una sonrisa en sus labios.
Pero ya queda poco. Estamos casi llegando. Merece la pena el esfuerzo, ya lo verás.
Con suerte, vamos a llegar antes de atardecer y así podremos ver como se marcha el sol y como se despide,dejándonos sus últimos rayos en las rocas de la montaña.
Es un espectáculo maravilloso. Yo le conozco. Le he visto y le he vivido, pero tú lo vas a ver por primera vez. Igual que luego, una vez que el sol se ha marchado y despedido podrás ver y contemplar como salen las estrellas, como el cielo se puebla de infinitas luces pequeñitas que mandan mensajes, que se hablan entre ellas y seguro que te vas a quedar mirándolas y hasta hablándolas, pidiéndolas que te digan algo y que te confíen sus secretos.
Entonces buscarás mi manoy yo tomaré la tuya. Viviremos ese momento y ese instante,intensamente. Sentiré como te estremeces, y tú sentirás mi sangre acelerada mientras acaricio tu mano, mientras te miro, mientras veo a través de tus pupilas, a ese cielo y a las estrellas.
¡Mientras te beso!
Rafael Sánchez Ortega ©26/03/20
