Suenan los truenos,
anuncian la tormenta
que va llegando.
El cielo gris
con nubes perezosas
está presente.
Tiemblan los ojos,
el alma se estremece
y tú suspiras.
En un instante
la lluvia nos envuelve
y llora el cielo.
Cierras los ojos,
te mezclas en un sueño
de fantasías.
Y con suspiros
aceptas estas lágrimas
que deja el llanto.
Al cabo un rato
se pasa la tormenta
y vuelve el sol.
Así despiden
sus rayos en el día
ante la noche.
Atrás se queda
la tarde y la tormenta
como un recuerdo.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/05/20