#43 EL CAPITÁN ALATRISTE de Arturo y Carlota Pérez-Reverte

Publicado el 16 marzo 2013 por Anuca @ideaspalabras
«No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente»
EL CAPITÁN ALATRISTEArturo y Carlota Pérez Reverte

Editorial Alfaguara248 páginas


ISBN:
978-84-204-8353-5

La historia de un soldado veterano de los tercios de Flandes que malvive como espadachín a sueldo en el Madrid del siglo XVII. Sus aventuras peligrosas y apasionantes nos sumergen sin aliento en las intrigas de la Corte de una España corrupta y en decadencia, las emboscadas en callejones oscuros entre el brillo de dos aceros, las tabernas donde Francisco de Quevedo compone sonetos entre pendencias y botellas de vino, o los corrales de comedias donde las representaciones de Lope de Vega terminan a cuchilladas. Todo ello de la mano de personajes entrañables o fascinantes: el joven Íñigo Balboa, el implacable inquisidor fray Emilio Bocanegra, el peligroso asesino Gualterio Malatesta, o el diabólico secretario del rey, Luis de Alquézar. Acción, historia y aventura se dan cita en estas páginas inolvidables.

Leí este libro por primera vez en 1996, año de su publicación. Seguidora incondicional de Arturo Pérez-Reverte, ha caído en mis manos casi todo lo que ha publicado pero tenía una cuenta pendiente como arturista: la saga completa de Las aventuras del Capitán Alatriste, que había dejado a medias. Por eso, cuando el blog LIBERTY CAFE propuso su reto: Homenaje a tu autor favorito, no me lo pensé dos veces. Era la oportunidad perfecta para sacarme esta espinita. Así que aquí estoy, releyendo y reseñando la primera entrega de esta serie que, ¡por fin!^^, prometo completar este año.
A veces echando la vista atrás te das cuenta de lo poco que cambian algunas cosas. Soldados que vuelven de la guerra y no saben cómo reconducir su vida cayendo demasiado a menudo en las redes de la supervivencia a costa de lo que sea. Diego Alatriste, veterano de los tercios de Flandes, vuelve a Madrid a encarar la crianza del hijo de uno de sus compañeros caído en combate y a seguir adelante vendiendo sus estocadas al mejor postor, como la mayoría de los que salvaron su vida en la famosa batalla. En esta primera entrega, nuestro capitán (no por rango sino por fama) es requerido junto al asesino Gualterio Malatesta (antihéroe de esta historia) para cumplir con una misión demasiado bien recompensada. Ante semejante cantidad de doblones... ¿cómo negarse?, Diego tenía que ganarse la vida con lo único que sabía hacer como nadie: desenfundar su espada y ponerla al servicio de quién quisiera pagarla aunque el asunto oliera más que nunca a chamusquina. Y así es como Alatriste acuerda con unos enmascarados el asalto a dos ingleses a su entrada la capital, una emboscada que se complica más de lo debido y pone la vida de nuestro protagonista en peligro porque la honestidad surge a veces cuando menos te lo esperas. ¿Quienes son en realidad Thomas y John Smith? ¿Quien se esconde tras las máscaras que visten sus contratantes? Como siempre os digo... ¡Hasta aquí puedo escribir!
El Capitán Alatriste, en mi opinión, es una lectura en la que no es tan importante la historia contada como el modo en que se hace. Con un lenguaje que a veces recuerda el castellano de una época pasada, y constantes alusiones a un barroco español henchido de personajes del calibre de Lope de Vega, Quevedo, el Conde de Olivares... Logramos, en sus poco más de doscientas páginas, viajar en el tiempo y conocer más de cerca el momento de nuestra Historia que cargado de pesimismo, desengaño, penurias..., supuso una ruptura con el esplendor del Renacimiento.
Su ambientación es fantástica. No resulta complicado situarte en ese momento y en esa ciudad gracias a las alusiones a los lugares del Madrid de la época y a la prosa empleada: a veces casi más cercana al verso y conservando toda la mordacidad propia de ReverteArturo, amante de la historia y de convertirla en una protagonista más de sus novelas, nos presenta a la España barroca decadente y su política, sus diversiones y sus personajes más emblemáticos. Un Quevedo sarcástico en sus versos con más de un problema y de dos por no moderse la lengua o posar la pluma a tiempo y enemistado con Góngora (entre ellos la rivalidad no tiene tregua), un Lope triunfante con su comedia nueva en los corrales, una iglesia aún severa con la herejía representada en un inquisidor temible, un Velazquez cuando aún era Diego Rodríguez de Silva, un Conde de Olivares (carente aún del título de duque) que movía el cotarro en nombre del joven monarca Felipe IV (poco dado a ocuparse de los asuntos de gobierno)... Todos ellos conviviendo con personajes ficticios igualmente carismáticos. Como por ejemplo, sin lugar a dudas, el propio capitán.
Alatriste se presenta como un hombre frío, distante, aparentemente insensible tal vez fruto de los horrores de la guerra, y digo aparentemente porque es de esas personas cuyo mínimo gesto puede llegar a revelar sutilmente aquello que bulle en su interior y su coraza intenta ocultar. Dice más con lo que calla que con lo que cuenta. Diestro con la espada y con principios, no tanto morales como propios de un caballero de los pies a la cabeza, estamos ante un héroe válido para cualquier época. Por otro lado, tenemos otro protagonista que no podemos olvidar: Iñigo Balboa, el joven a quien Diego Alatriste acoge tras la muerte de su padre en Flandes. Iñigo es nuestro narrador y aunque en esta primera entrega, en mi opinión, lo único que aporta a la historia es su voz, creo que estamos ante la presentación de un personaje que puede dar mucho juego en las secuelas. Enamorado de Angélica de Alquézar, menina de la reina y niña inquietante donde las haya, sospecho que ambos pueden aportar mucho en próximas aventuras. 
Con una edición muy cuidada, ilustraciones y letras capitales al inicio de cada capítulo, personajes con apellidos que no hacen más que recordarnos que en fondo estamos ante un libro de aventuras para cualquier edad (Bocanegra, Malatesta, Cagafuego...), versos intercalados y un apéndice final que recoge Extractos de las flores de poesía de varios ingenios de la corte al más puro estilo de documento impreso en el siglo XVII; ha sido todo un placer dejar a un lado las habituales mantas con las que me arropo para anudarme una capa, calarme un sombrero y desenfundar la espada si es menester.

«−Mucho acero es para derrocharlo tan de mañana, don Francisco −mediaba Diego Alatriste con buen criterio.−Poco me parece a mí −sin quitar ojo a los otros, el poeta se enderezaba el mostacho mostrando con expresión feroz−. Así que seamos generosos: un palmo para cada uno de estos hijosdalgo, que son hijos de algo, sin duda; pero con dudas, hidalgos
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«Terminaba justo de escribir la última línea cuando el capitán, que se había levantado a beber un poco de agua de la tinaja, cogió el papel para echarle un vistazo. De pie a mi lado leyó los versos en silencio y luego me miró largamente: una de esas miradas que yo le conocía bien, serenas y prolongadas, tan elocuentes como podían serlo todas aquellas palabras que yo me acostumbré a leer en sus labios aunque nunca las pronunciara
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«En realidad el señor de Quevedo iba y venía por la Corte siempre entre dos órdenes de prisión y dos destierros. Quizá por eso, aunque alguna vez compró casas cuyas rentas a menudo le estafaban los administradores, nunca quiso tener morada fija propia en Madrid, y solía alojarse en posadas públicas. Breves treguas hacían las adversidades, y cortos eran los períodos de bonanza con aquel hombre tan singular, coco de sus enemigos y gozo de sus amigos, que lo mismo era solicitado por nobles e ingenios de las letras, que se encontraba, en ocasiones, si un ardite o maravedí en el bolsillo. Mudanzas son éstas de la fortuna, que tanto gusta de mudar, y casi nunca muda para nada bueno
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«A ese tiempo infame lo llaman siglo de Oro. Mas lo cierto es que, quienes lo vivimos y sufrimos, de oro vimos poco; y de plata, la justa. Sacrificio estéril, gloriosas derrotas, corrupción, picaresca, miseria y poca vergüenza, de eso sí que tuvimos a espuertas.»
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«El recuerdo de la mano de Lope desaparecerá conmigo cuando yo muera, como también el acento andaluz de Diego de Silva, el sonido de las espuelas de oro de don Francisco al cojear, o la mirada glauca y serena del capitán Alatriste. Pero el eco de sus vidas singulares seguirá resonando mientras existe ese lugar impreciso, mezcla de pueblos, lenguas, historias, sangres y sueños traicionados: ese escenario maravilloso y trágico que llamamos España.»
EL CAPITÁN ALATRISTEArturo y Carlota Pérez-Reverte

¿Habéis leído algún libro de esta serie?¿Y de Reverte? Se dice que a este autor o se le ama o se le odia,¿en que bando estáis? ;)