Cuesta escribir
del mundo y de las gentes
cuando están lejos.
No es la distancia,
ni estar muy separados
es otra cosa.
La soledad
nos deja telarañas
y son la causa.
Se siente sola
el alma que suspira
por los caminos.
Se siente solo
el hombre sin respuestas
a sus preguntas.
Se siente anclado
a un mundo con fronteras
el corazón.
Pero las almas
no quieren ataduras
ni los grilletes.
Quieren ser libres,
volar como los sueños
de tantos niños.
Sentir el beso
del aire y de la brisa,
día tras día.
Rafael Sánchez Ortega ©
27/05/20