Silencio en los labios
que tiemblan inquietos,
también en los ojos
con brumas y velos,
recuerdos sesgados
de hogares y tiempos,
familia y amigos
hoy sombras y miedos,
eterna negrura
que avanza en los cuerdos,
abraza y reduce
los ratos y gestos
aquellos que, antaño,
tenían un dueño,
y un cuerpo sensible
vibraba con ellos...
Silencio, me dicen,
los labios que quiero,
los ojos que brillan
sin norte y sin puerto,
y en esta desgracia,
(¡maldita!), no puedo
luchar con bravura
y dar lo que tengo,
mi vida, mi casa,
también el dinero,
y todo ello a cambio
de estar en su ceño,
de ser en su vida
la barca y el remo
y en esa persona
que guíe mis sueños...
"...Silencio en la vida,
hay seres muy nuestros,
que miran, que hablan
y viven sin vernos..."
Rafael Sánchez Ortega ©
22/09/20