Por Juan Alonso
Me caí, me levanté, toque en pared, pegué en el palo, salí jugando cabeza en alto y cambié de frente sobre la raya.
No pudieron quebrarme el espíritu jamás.
Nací pobre, crecí más pobre aún, trabajé desde chiquito, me hice hombre y acá estoy todavía de pie. Me enseñaron a respetar y a ser respetado. Me educaron en la solidaridad para caminar mirando a los ojos. Me criaron en la lealtad y la responsabilidad.
Soy peronista, trabajador, poeta del carancheo, amigo del alcohol y las fugas hacia delante.
Amo el oficio de periodista. Más de 20 años batallando amarrado a todas las quimeras. Y sigo. Y seguiré.
No me caen bien los soretes por más que se vistan de Armani. Prefiero un escupitajo al piso antes que darles la mano.
No me caen bien los millonarios ni los dueños de las vacas. Boludos al extremo, en extremo pelotudos.
No me caen bien los policías, ni los milicos, ni los gorilas, ni los corruptos, ni los jueces de familia bien, ni la ley que dicen defender. No me caen bien los carceleros. Y al que no le gusta lo que está leyendo que ponga a Tinelli que siempre está encendido como una vela sin incienso.
Choqué la bici, el coche, el camión, el flete en permanente mudanza, y el avión continúa en velocidad crucero por los cielos y el aire: libre como perro hambriento, que corre a través del viento.
Soy un croto que cirujea con fe intermitente.
Alguna vez tuve una casa, un hogar, crié a una hija, planté un árbol de olivo, me casé, me divorcié, me volví a juntar con las minas socias del mal y del bien más o menos. Conocí la piel de todas las princesitas con cirrosis, de las rubias más rubias, de las putas bien habladas, de las educadas en inglés y en francés, de todas las golpeadas por el padre borracho, de las hijas de mamá ausente y lunática. De las que quieren quedar embarazadas.
Y a todas a mi manera las amé. Y también las olvidé: enterrándolas entre sí para que conversen entre ellas como escribió Rulfo.
Pero no soy un catador de locas, señor. Soy un hombre que espera el alba, como Mollo, pero sin Oreiro.
Creo en el amor, la amistad, los momentos que se dan una sola vez en toda una vida, los noviazgos a distancia de una carta instantánea, una llamada, una voz, creo en las voces de los sentidos, en el sonido de un bala que surca el aire denso de una noche oscura.
Creo en el vino, en el bourbon, en el tequila, en la cerveza fría servida en mesa de amigos. Creo en los domingos, en los mediodías, en las citas a ciegas, en todos los pecados de las noches de insomnio. Creo en las ventanas de los bares con letras de Pessoa.
Y detesto los confesionarios, los manipuladores del sentido, y las catedrales que no vienen con una guía con un buen culo.
Mi biblia es sangre que corre. Si me querés te quiero. La vida es simple. Por eso escribo.-
leyendadeltiempo.wordpress.com
