Cuánta ternura
nos dejan los recuerdos
de aquellas tardes.
Días y horas
pendiente de tus ojos
y de tus labios.
Yo te sentía
tan cerca que temblaba
sin darme cuenta.
Así, tu voz,
venía a mis oídos
cual melodía.
En tus pupilas
podía ver los versos
que allí surgían.
Tus suaves dedos
tenía entre mis manos
con sus caricias....
¡Qué de recuerdos
quedaron, con tu imagen,
entre mi alma!
Hoy los añoro,
los busco en la distancia
y están muy lejos.
Pero la vida
se pasa en un suspiro
y es un poema.
Rafael Sánchez Ortega ©
06/02/21
Siguen saliendo instantes y momentos, como retales, que se buscan en los más insospechados rincones de nuestra vida. Y es que esa infancia, la juventud, para ser precisos, hizo soñar y vibrar a muchos corazones, por no decir a todos, en una edad y un tiempo muy especial y romántico.