Nadan las hojas
y duermen sobre el lago.
Buscan la paz.
Gotas de lluvia
animan su camino
muy tiernamente.
Y tú lo ves,
lector emocionado
y hasta suspiras.
Por eso paras,
detienes tus latidos
para soñar.
Ajeno al mundo
navegas por un cielo
y por el mar.
Sigues los pasos
dejados por la musa
que te encantó.
Las hojas siguen
durmiendo en ese viaje
tan singular.
Y tú tras ellas,
persigues una estela
que se evapora.
¡Benditos sueños
que embargan a las almas
de los poetas!
Rafael Sánchez Ortega ©
15/03/21