Surcas el cielo
y vuelas tras las nubes
con las gaviotas.
Llevas suspiros,
con cánticos sagrados
de las mareas.
En tus pestañas
se posan las cenizas
de las estrellas.
Hace algún tiempo
soñabas con un viaje
casi imposible.
Porque querías,
volar, ¡volar muy alto!
sin rumbo fijo.
Pero tus alas
estaban algo rotas
y con heridas.
Ahora te marchas
en busca de otros mares
y de otros brazos.
Y es que tu alma
acusa los otoños
y primaveras.
Sigo tu vuelo,
poeta irreverente
y voy contigo.
Rafael Sánchez Ortega ©
28/03/21