Unas palabras
nacieron en mis labios
con un suspiro.
Era tu nombre,
que, ciego, te buscaba,
desde el silencio.
Pero el vacío
dejaba una respuesta
de soledad.
Estaba solo,
contigo en los recuerdos
de aquel pasado.
Tú te marchaste
y yo me di la vuelta.
Nos alejamos.
Sin despedirnos,
cual fruto de un instante
de confusión.
Otras palabras,
volvieron, con el tiempo,
hasta mis labios.
Eran las tuyas,
susurrando mi nombre
en la distancia.
Y se juntaron
las unas y las otras,
y ambos temblamos.
Rafael Sánchez Ortega ©
01/05/21