En un momento
se fueron las gaviotas,
llegó la tarde.
Fue todo rápido,
igual que en un suspiro
de algunos magos.
Cosas de brujas,
te vino a la cabeza,
sin tú pensarlo.
También la brisa
dejó de acariciarte,
al irse el viento.
El fiel nordeste
marchó con las resacas,
hasta mañana.
Y te quedaste
en dulce compañía:
La soledad.
¿Qué comentaste
con esta compañera
y qué te dijo?
Reinó el silencio,
brillaron las pupilas,
nos entendimos.
Fue "sin palabras"
y un diálogo vibrante,
sobre el amor.
Rafael Sánchez Ortega ©
24/07/21