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Un grupo de millonarios del Silicon Valley ha puesto una buena cantidad de dinero a trabajar para construir una nueva nación. No, no se trata de invadir otro país o dividir los EE.UU., sino de construir una gran plataforma que, flotando en aguas internacionales, les permita disfrutar de un sistema legal, social y político diferente.
Si crees que tu país no puede brindarte el marco que necesitas para vivir según tus convicciones (o conveniencias), tienes la posibilidad de mudarte a otro. Al fin y al cabo, hay unos 190 países para elegir. Pero, claro, si tienes el dinero y el poder suficiente, también puedes considerar seriamente la posibilidad de construir una nación propia.
Es posible que te parezca una típica idea de algún tirano propio de una película de James Bond, pero es real. Mediante una donación de medio millón de dólares, Peter Thiel (fundador de PayPal), un ingeniero de Google y un ex programador de Sun Microsystems han puesto en marcha el proyecto Seasteading. Básicamente, han constituido una organización dedicada a la creación de “comunidades experimentales en los océanos, con diversos sistemas legales, sociales y políticos”.
Según ha declarado, Thiel cree firmemente que dentro de algunas décadas, los sociólogos reconocerán los primeros años de este siglo como la cuna de lo que se habrá convertido en un grupo de naciones independientes creadas a medidas, con formas de desarrollo más eficientes que las tradicionales.
El plan consiste en la fabricación de plataformas flotantes, al mejor estilo de la película Waterworld, dotadas de todos los sistemas de seguridad, confort y (¡por supuesto!) comunicaciones necesarios para que la vida en ellas sea una experiencia paradisíaca. El prototipo se comenzaría a construir dentro de un par de años en la Bahía de San Francisco.
Aunque a primera vista parezca algo totalmente novedoso, no se trata de una idea nueva, o al menos, no lo es el concepto en sí. Muchos han pasado antes por este estado de “disconformidad” que los impulsa a querer “exiliarse” a su propio país.
El más ambicioso, sin dudas, fue el Aquarius Project, de Marshall Savage, quien tenía por objetivo nada menos que la colonización del universo.
Algo más modesto y realista, el millonario Michael Oliver, de Las Vegas, intentó crear un nuevo país insular, la “República de Minerva”, mediante el dragado de aguas cercanas a Tonga (un pequeño país ubicado al este de Australia y al noreste de Nueva Zelanda).
También se especuló con la construcción de un buque de una milla de largo (el “Freedom Ship”), a un coste de 10.000 millones de dólares. Ninguno ha pasado la etapa de “proyecto”.
Sin embargo, hay una buena posibilidad de que esta vez los resultados sean diferentes. Patri Friedman (Google) y Wayne Gramlich han escrito un documento de unas 300 páginas en las que se muestra cómo resolver cada aspecto de Seasteading.
En lugar de comenzar con un ambicioso plan digno de Willy Coyote, la organización de Seasteading se ha encarado con el típico espíritu empresarial que ha hecho millonarios a sus impulsores.
“Hay, a lo largo de la historia, un montón de locos que han intentado este tipo de cosas, y nuestra idea es hacerlo de una forma que no sea una locura más”, dijo Joe Lonsdale, presidente del consorcio.
Lonsdale además administra la aseguradora “Clarium Capital Management”, que maneja miles de millones de dólares.
El prototipo será bastante más pequeño que los modelos definitivos. Sólo costarán unos pocos millones, y posiblemente sean un rediseño de las plataformas utilizadas por las empresas petroleras. Algunas de las reformas consisten en el agregado de depósitos que contendrán agua y aire, destinadas a brindar estabilidad y flotabilidad mediante la variación de la cantidad de líquido que contienen. Si, tal como ocurre en los submarinos.
Seguramente conoceremos muchos detalles más de este proyecto en los próximos meses.
Una de las primeras “ventajas” que se pueden obtener de este tipo de proyecto es la total independencia de las leyes establecidas en todos los países “normales”. Como ocurrió con el “Principado de Sealand”, (una ex-plataforma marina usada como fuerte naval, construida por la Royal Navy en 1942 y localizada en el Mar del Norte con un área habitable de sólo 550 metros cuadrados) que el grupo anti-copyright sueco “The Pirate Bay” intentó comprar alguna vez.
Es muy posible que el grupo económico que provee el dinero para el proyecto Seasteading también tenga alguna idea propia sobre como deberían ser las leyes y la economía a bordo de estas nuevas naciones.