Manos de plata
con dedos delicados
que me acarician.
Siento que vienen,
que rozan mis cabellos
y mis mejillas.
Quiero ese toque,
sutil y delicioso,
que me transforma.
Se va la tarde,
la noche, silenciosa,
ya va llegando.
Y nos envuelve
su manto gris y oscuro
y las tinieblas.
Quiero tu abrazo,
lunita encantadora
y no te escondas.
Le tengo miedo,
confieso, en un aparte,
a tanta noche.
Pero si vienes,
si duermo en tu regazo,
seré feliz.
Mientras me canten
tus labios una nana,
huirán las penas.
Rafael Sánchez Ortega ©
01/12/21