Te he vuelto a ver,
osito de peluche,
abandonado.
En un rincón
del ático, yacías,
entre juguetes.
Fuiste mi amigo
y eterno compañero
de tantas noches.
Tú me escuchabas,
paciente y cabizbajo,
sin decir nada
Fue, tu silencio,
un canto a la utopía
de aquella infancia.
Brotaron sueños,
leyendas y relatos
para nosotros.
Los compartimos,
al menos eso pienso,
si miro atrás.
"Cosas de niños",
decían los mayores
que no entendían.
Pero nos dimos,
cariño y compañía,
inolvidables.
Rafael Sánchez Ortega ©
11/04/22