Lloró la nube,
con lágrimas amargas,
sobre la tierra.
Regó los campos,
que buena falta hacía,
por la sequía.
Mojó los bosques
de robles y de hayedos
ya centenarios.
Lloró el muchacho,
hambriento y desnutrido
de las favelas.
Y hasta las lágrimas
rodaron por los ojos
de algún anciano.
¡Cuánta tristeza,
querida mariposa,
se ve en la vida!
Pero sonríen
tus alas cristalinas
y parpadean.
Y yo te imito
y vuelo con tus sueños
por el jardín.
Seca mis ojos,
mi dulce mariposa,
"es una nube".
Rafael Sánchez Ortega ©
02/07/22