Fue tu palabra
llegando a mis oídos
una caricia.
La precisaba
dejándome tu risa
tan cantarina.
También tu aliento
y dándome las fuerzas
que me faltaban.
Quedó tranquila
el alma alborotada
por la galerna.
Y es que tu voz
dejaba melodías
que transmitía.
Y yo soñé,
soñé como esos niños
que nunca crecen.
Y me dormí,
tranquilo, entre tus brazos,
y en tu regazo.
Nunca sabré
decirte, con palabras,
lo que sentí.
Pero te amé,
y siempre vas conmigo,
"mi mariposa"
Rafael Sánchez Ortega ©
15/08/22