A media noche
escucho a las estrellas
en su monólogo.
Son incansables,
empiezan y no acaban
su parloteo.
Pero las voces
son simples parpadeos
de sus pupilas.
Ellas no hablan
así como nosotros,
pegando gritos.
Ellas se expresan
por medio de caricias
con sus destellos.
Son algo tímidas,
quizás por la distancia,
pero son tiernas.
Y junto al mar
escucho sus palabras
y sus canciones.
Cierro los ojos,
me embriago con su embrujo
y me estremezco.
A media noche
me acerco a las estrellas
y ellas a mi.
Rafael Sánchez Ortega ©
31/08/22