Pesqué una estrella,
de noche, en la laguna
y te la di.
Tú la miraste,
querías te contara
bonitos cuentos.
Pero lloraba
al verse solitaria
entre tus manos.
Y me la diste
diciendo, "sin palabras",
que la soltara.
Que fuera libre
de nuevo hacia los cielos
con sus hermanas.
Y así lo hice
dejando que la estrella
volviera a casa.
Y es que en el cielo
su charla es compartida
y entretenida.
Y desde el lago,
nosotros, la escuchamos
sin retenerla.
¡Que sea libre,
igual que los latidos
de nuestras almas!
Rafael Sánchez Ortega ©
05/09/22