Hay ojos tristes
que buscan en el cielo
a las estrellas.
Son las miradas
de niños y mayores
muy inocentes.
Porque quedaron
parados en el tiempo
y los recuerdos.
Tiempos de infancia,
de risas y alegrías
que hoy, bien se añoran.
Y es que otros ojos
apenas tienen tiempo
de ver el cielo.
Están sujetos
al polvo y al cansancio
de su trabajo.
No tienen pan,
les falta la comida
y son hermanos.
Pero los hombres
marcamos las distancias
con egoísmo.
No sé, por qué,
se enturbia la mirada.
¡Quiero ser niño!
...Mirar al cielo.
Hablar con las estrellas
y oír su voz.
Rafael Sánchez Ortega ©
13/09/22