www.ocholeguas.com
Marta González-Hontoria Madrid
La buena
noticia es que podrá ducharse y echar una cabezadita entre vuelo y
vuelo. La mala es que podría tener pesadillas.
Los hoteles
cápsula que inventaron los japoneses inspiran nuevas opciones
hoteleras 'micro', aunque eso sí, cargadas de tecnología.
Proliferan como
los hongos, en aeropuertos y estaciones de tren de todo el mundo. Los
hoteles cápsula, una invención del saturado e histriónico Japón,
se han colado en ciudades como Londres, Amsterdam o Nueva York.
También en España.
Y esta moda que
empezó por necesidad y con estética turbadora, es ahora un nuevo
nicho -nunca mejor dicho- para el diseño y las últimas
tecnologías.
El primer edificio
cápsula fue seguramente el Nakagin Capsule Hotel Tower de Tokio. Fue
diseñado por el arquitecto Kisho Kurokawa y su idea era que las
cápsulas de este inquietante edificio fueran desmontables para su
mantenimiento, algo que luego nunca sucedió desde su inauguración
en 1972.
Desde el Nakagin,
el concepto de la cápsula, aunque controvertido, se ha extendido por
los cinco continentes.
Existen más de
300 de estos hoteles en Japón. La mayoría son frecuentados por los
trabajadores que debido a su nivel etílico han perdido el último
tren a su casa. También por desempleados que los alquilan por meses.
Aunque existen también algunos modernísimos, como el 9 Hours de
Kyoto, que aspiran incluso a tentar a viajeros de todo el mundo.
Pese a estas
excepciones, la mejor prueba de que han inspirado hoteles por todo
el mundo está en los grandes aeropuertos internacionales.
Éstos están
pensados para echar una cabezadita en largas escalas o pérdidas de
vuelos, pero no dejan de emular a latas para sardinas. Además, los
hoteles cápsula de última generación están repletos de
comodidades: televisiones planas, wifi de alta velocidad, iluminación
LED, reloj despertador. Son micro habitaciones con alta tecnología
y diseño vanguardista.
El mejor ejemplo
es la cadena británica Yotel hotel.
Fíjese nada más
salir del avión la próxima vez que viaje a Londres: las grandes
letras de neón que anuncian su ubicación llaman la atención. En el
Yotel hotel se pueden reservar habitaciones por un mínimo de 4
horas: «un descanso de primera clase», dice su slogan.
Las cabinas
ofrecen televisión, wifi y un servicio de habitaciones, snacks,
cafés y tés y amenities que funciona las 24 horas al día.
Existen distintos
tamaños, pero la cabina standard, de 7 metros cuadrados, cuesta
desde 27 libras (unos 33 euros) por un periodo de 8 horas.
Aunque el Yotel
tiene ventaja en los aeropuertos londinenses, su sucursal en el de
Schiphol, en Amsterdam, tiene serios rivales. Uno es el lujoso
CitizenM, un hotel de diseño rompedor e inteligente que ha
conseguido hacer de sus mínimas habitaciones pequeñas obras de
arte.
SnoozeCube es otro
micro hotel, esta vez en Dubai International Airport, creado para
pasajeros que necesitan un extra de privacidad entre vuelo y vuelo.
Cuenta con 10 cabinas conectadas al sistema de información del
aeropuerto para que ningún huésped pierda su avión. Ofrecen una
ventaja sobre otros hoteles mínimos es que sus habitaciones están
insonorizadas para garantizar el descanso.
Además de
versionar los hoteles cápsulas en los aeropuertos, estas cadenas han
ensayado con relativo éxito hoteles urbanos.
Es el caso de los
Yotel, con una sucursal en Manhattan, o del CitizenM, con
establecimientos en varias ciudades europeas y americanas. Inspirados
en el mismo concepto puede echar un vistazo también al Hi Matic de
París o el Hotel Tubo mexicano.