El
sándwich es el alimento básico del almuerzo moderno.
Denise Winterman
BBC
Muchos de
nosotros, procedentes de distintos países del mundo, crecimos con la
idea de que comer tres veces al día es un esquema normal de
alimentación, pero la realidad es que no siempre ha sido así.
Con frecuencia escuchamos que la sagrada cena familiar alrededor de
la mesa está en declive y el Reino Unido no es el único país que
está experimentando este cambio.
El argumento en
defensa del desayuno -que muchos se saltan con sus correspondientes
efectos perjudiciales- es que nos hace estar más alerta, nos
mantiene esbeltos y mejora el trabajo y comportamiento de los niños
en la escuela.
Pero, cuando
las personas se preocupan porque creen que romper las tradicionales
tres comidas al día es dañino, ¿tienen razón en cuanto a la parte
tradicional? ¿Ha comido la gente siempre de acuerdo a dicho patrón?
Desayuno
No todas las
culturas valoraron el desayuno de la misma manera.
El desayuno -tal
como lo conocemos- no existió durante grandes etapas de la
historia.
Los Romanos no lo
tomaban, puesto que generalmente sólo consumían una comida al día,
alrededor de mediodía, según explica la historiadora especializada
en alimentación, Caroline Yeldham. De hecho, el desayuno se veía
con desagrado.
"Los Romanos
creían que era más sano hacer sólo una comida al día", dice.
"Estaban obsesionados con la digestión, y comer más de una vez
se consideraba una forma de glotonería. Esta manera de pensar
influyó en la manera en que la gente comió durante mucho tiempo".
.
En la Edad Media,
la vida monástica diseñó cómo comía la gente, explica el
historiador experto en comidas, Ivan Day.
No se podía comer
nada antes de la misa de la mañana, y sólo se podía comer carne la
mitad de los días del año. Se cree que la palabra desayuno se
introdujo en esta época y literalmente significaba "romper el
ayuno de la noche".
La Revolución
Industrial de mediados del siglo XIX regularizó los horarios
laborales y los trabajadores necesitaron adoptar una comida temprana
para mantener la energía durante el trabajo.
Todas las
clases sociales empezaron a comer una comida antes de ir a trabajar,
incluso los jefes.
Al llegar el siglo
XX, el desayuno vivió una nueva revolución de la mano del
estadounidense John Harvey Kellogg.
Accidentalmente,
Kellogg dejó trigo hervido y se puso duro.
Lo pasó por unos
rodillos y lo cocinó, creando el primer copo de maíz (cornflake)
del mundo. De ahí desarrolló una industria que generaría miles de
millones de dólares.
Llegadas las
décadas de los años 1920 y 1930, las autoridades promocionaban el
desayuno como la comida más importante del día, pero entonces, la
Segunda Guerra Mundial convirtió al desayuno en algo difícil de
conseguir.
Conforme los
británicos se fueron recuperando de los años post-bélicos y se
adentraron en la década de los 50, de liberación económica,
objetos como las tostadoras estadounidenses, o alimentos como el pan
en rebanadas, el café instantáneo y los cereales invadieron los
hogares.
Es decir, el
desayuno tal como lo conocemos.
Almuerzo
La terminología
alrededor de la comida es confusa.
Para algunos el
almuerzo o comida es la cena, y viceversa.
Desde tiempos de
los Romanos hasta la Edad Media, todo el mundo comía en la mitad del
día, pero se le llamaba cena y era la principal comida del día.
El almuerzo, tal
como lo conocemos actualmente, no existía; ni siquiera la palabra.
Durante la Edad
Media, la luz del día marcaba las comidas, dice el historiador Day.
Sin electricidad,
la gente se levantaba antes para aprovechar la luz. Los trabajadores
estaban en el campo desde el amanecer, por lo que para mediodía
estaban hambrientos.
Para mediodía,
los empleados habían trabajado ya hasta seis horas. Se tomaban un
descanso rápido y comían una suerte de tentempié, generalmente pan
y queso.
Con el desarrollo
de la luz artificial, la cena empezó a ser más tardía para los más
adinerados, y como resultado, se necesitó incorporar una comida más
ligera durante el día.
Fue el famoso
snack de última hora de la noche del Conde de Sandwich en 1750, lo
que terminó de dominar el menú del almuerzo moderno. Una noche, el
aristócrata le pidió a su ayuda de cámara que le trajera carne
fría en pan. Podía comer el tentempié con sólo una mano sin
mancharse de grasa.
No está claro si
el conde estaba jugando a las cartas o trabajando, se barajan ambas
opciones. Pero sea lo que fuera que estaba haciendo, esto supuso el
nacimiento del sándwich.
En esa época, el
almuerzo, sin embargo, seguía siendo conocido "como un evento
accidental que ocurría entre comidas", comenta la historiadora
Monica Askay.
Una vez más, fue
la Revolución Industrial la que ayudó a modelar el almuerzo tal
como lo conocemos actualmente.
Los patrones de
comida de las clases baja y media se definieron por los horarios de
trabajo. Muchas personas trabajaban largas jornadas en las fábricas
y una comida a mediodía era esencial para mantenerlos con fuerza.
Se vendían
pastelillos fuera de las fábricas. La gente empezó también a
confiar en los alimentos producidos en masa, ya que no había sitio
suficiente en las ciudades para tener establos o cultivar alimentos
propios. Muchos no tenían siquiera una cocina.
"Reino Unido
fue el primer país del mundo en alimentar a la gente con comida
industrial", dice Day.
El ritual de
llevar el almuerzo al trabajo se convirtió en parte de la rutina
diaria.
Cena
La cena es la
única comida que hacían los Romanos, incluso aunque fuera a una
hora diferente del día.
En el Reino Unido,
el apogeo de la cena llegó con la Edad Media. La aristocracia comía
cenas formales y extraordinariamente fastuosas en torno al mediodía.
Pese a su
reputación de ser encuentros sin normas, las cenas eran en realidad
bastante sofisticadas, con estrictos modales de comportamiento en la
mesa.
Eran una muestra
ostentosa de riqueza y poder, con cocineros que trabajaban en la
cocina desde el amanecer para tenerlo todo listo, cuenta Yeldham.
Sin electricidad,
cocinar la cena en la noche no era una opción. Los campesinos comían
la cena alrededor del mediodía también, aunque era algo mucho más
modesto.
Según se
extendió el uso de la luz artificial, se empezó a comer la cena
cada vez más tarde en el día.
Para finales del
siglo XVIII, la mayor parte de la gente hacía tres comidas al día
en las ciudades, asegura Day.
A comienzos del
siglo XIX, la cena se había pospuesto hasta la noche, después del
trabajo, cuando la gente regresaba a casa. Muchos, sin embargo,
mantuvieron la tradicional hora de la cena los domingos.
La sagrada cena
familiar a la que estamos tan acostumbrados, se hizo accesible a
todos durante la locura del consumo de los años 50. Nuevos
electrodomésticos llegaron a Europa desde Estados Unidos y se
configuró la imagen de la mujer cocinando en casa.
El golpe mortal
a la cena familiar llegó supuestamente en 1986, cuando apareció la
primera comida para microondas.
Pero si bien es
cierto que menos personas celebran una cena formal familiar hoy en
día, indudablemente éstas no han desaparecido – impulsadas por
las fenomenales ventas de libros de receta escritos por chefs
populares.