Muchos de nosotros, procedentes de distintos países del mundo, crecimos con la idea de que comer tres veces al día es un esquema normal de alimentación, pero la realidad es que no siempre ha sido así.
Con frecuencia escuchamos que la sagrada cena familiar alrededor de la mesa está en declive y el Reino Unido no es el único país que está experimentando este cambio. El argumento en defensa del desayuno -que muchos se saltan con sus correspondientes efectos perjudiciales- es que nos hace estar más alerta, nos mantiene esbeltos y mejora el trabajo y comportamiento de los niños en la escuela. Pero, cuando las personas se preocupan porque creen que romper las tradicionales tres comidas al día es dañino, ¿tienen razón en cuanto a la parte tradicional? ¿Ha comido la gente siempre de acuerdo a dicho patrón?
Desayuno No todas las culturas valoraron el desayuno de la misma manera. El desayuno -tal como lo conocemos- no existió durante grandes etapas de la historia. Los Romanos no lo tomaban, puesto que generalmente sólo consumían una comida al día, alrededor de mediodía, según explica la historiadora especializada en alimentación, Caroline Yeldham. De hecho, el desayuno se veía con desagrado.
"Los Romanos creían que era más sano hacer sólo una comida al día", dice. "Estaban obsesionados con la digestión, y comer más de una vez se consideraba una forma de glotonería. Esta manera de pensar influyó en la manera en que la gente comió durante mucho tiempo". . En la Edad Media, la vida monástica diseñó cómo comía la gente, explica el historiador experto en comidas, Ivan Day. No se podía comer nada antes de la misa de la mañana, y sólo se podía comer carne la mitad de los días del año. Se cree que la palabra desayuno se introdujo en esta época y literalmente significaba "romper el ayuno de la noche".
La Revolución Industrial de mediados del siglo XIX regularizó los horarios laborales y los trabajadores necesitaron adoptar una comida temprana para mantener la energía durante el trabajo. Todas las clases sociales empezaron a comer una comida antes de ir a trabajar, incluso los jefes.
Al llegar el siglo XX, el desayuno vivió una nueva revolución de la mano del estadounidense John Harvey Kellogg. Accidentalmente, Kellogg dejó trigo hervido y se puso duro. Lo pasó por unos rodillos y lo cocinó, creando el primer copo de maíz (cornflake) del mundo. De ahí desarrolló una industria que generaría miles de millones de dólares.
Llegadas las décadas de los años 1920 y 1930, las autoridades promocionaban el desayuno como la comida más importante del día, pero entonces, la Segunda Guerra Mundial convirtió al desayuno en algo difícil de conseguir.
Conforme los británicos se fueron recuperando de los años post-bélicos y se adentraron en la década de los 50, de liberación económica, objetos como las tostadoras estadounidenses, o alimentos como el pan en rebanadas, el café instantáneo y los cereales invadieron los hogares. Es decir, el desayuno tal como lo conocemos.
Almuerzo La terminología alrededor de la comida es confusa. Para algunos el almuerzo o comida es la cena, y viceversa.
Desde tiempos de los Romanos hasta la Edad Media, todo el mundo comía en la mitad del día, pero se le llamaba cena y era la principal comida del día. El almuerzo, tal como lo conocemos actualmente, no existía; ni siquiera la palabra.
Durante la Edad Media, la luz del día marcaba las comidas, dice el historiador Day. Sin electricidad, la gente se levantaba antes para aprovechar la luz. Los trabajadores estaban en el campo desde el amanecer, por lo que para mediodía estaban hambrientos. Para mediodía, los empleados habían trabajado ya hasta seis horas. Se tomaban un descanso rápido y comían una suerte de tentempié, generalmente pan y queso.
Con el desarrollo de la luz artificial, la cena empezó a ser más tardía para los más adinerados, y como resultado, se necesitó incorporar una comida más ligera durante el día.
Fue el famoso snack de última hora de la noche del Conde de Sandwich en 1750, lo que terminó de dominar el menú del almuerzo moderno. Una noche, el aristócrata le pidió a su ayuda de cámara que le trajera carne fría en pan. Podía comer el tentempié con sólo una mano sin mancharse de grasa. No está claro si el conde estaba jugando a las cartas o trabajando, se barajan ambas opciones. Pero sea lo que fuera que estaba haciendo, esto supuso el nacimiento del sándwich.
En esa época, el almuerzo, sin embargo, seguía siendo conocido "como un evento accidental que ocurría entre comidas", comenta la historiadora Monica Askay.
Una vez más, fue la Revolución Industrial la que ayudó a modelar el almuerzo tal como lo conocemos actualmente. Los patrones de comida de las clases baja y media se definieron por los horarios de trabajo. Muchas personas trabajaban largas jornadas en las fábricas y una comida a mediodía era esencial para mantenerlos con fuerza.
Se vendían pastelillos fuera de las fábricas. La gente empezó también a confiar en los alimentos producidos en masa, ya que no había sitio suficiente en las ciudades para tener establos o cultivar alimentos propios. Muchos no tenían siquiera una cocina. "Reino Unido fue el primer país del mundo en alimentar a la gente con comida industrial", dice Day. El ritual de llevar el almuerzo al trabajo se convirtió en parte de la rutina diaria.
Cena La cena es la única comida que hacían los Romanos, incluso aunque fuera a una hora diferente del día. En el Reino Unido, el apogeo de la cena llegó con la Edad Media. La aristocracia comía cenas formales y extraordinariamente fastuosas en torno al mediodía. Pese a su reputación de ser encuentros sin normas, las cenas eran en realidad bastante sofisticadas, con estrictos modales de comportamiento en la mesa. Eran una muestra ostentosa de riqueza y poder, con cocineros que trabajaban en la cocina desde el amanecer para tenerlo todo listo, cuenta Yeldham.
Sin electricidad, cocinar la cena en la noche no era una opción. Los campesinos comían la cena alrededor del mediodía también, aunque era algo mucho más modesto. Según se extendió el uso de la luz artificial, se empezó a comer la cena cada vez más tarde en el día.
Para finales del siglo XVIII, la mayor parte de la gente hacía tres comidas al día en las ciudades, asegura Day. A comienzos del siglo XIX, la cena se había pospuesto hasta la noche, después del trabajo, cuando la gente regresaba a casa. Muchos, sin embargo, mantuvieron la tradicional hora de la cena los domingos. La sagrada cena familiar a la que estamos tan acostumbrados, se hizo accesible a todos durante la locura del consumo de los años 50. Nuevos electrodomésticos llegaron a Europa desde Estados Unidos y se configuró la imagen de la mujer cocinando en casa.
El golpe mortal a la cena familiar llegó supuestamente en 1986, cuando apareció la primera comida para microondas.
Pero si bien es cierto que menos personas celebran una cena formal familiar hoy en día, indudablemente éstas no han desaparecido – impulsadas por las fenomenales ventas de libros de receta escritos por chefs populares.