Te desesperas
si faltan las palabras
tan deseadas.
Es un vacío
que quema las entrañas
y es una ausencia.
Te encuentras solo
perdido en un desierto
sin fuente cerca.
Y es que la voz,
precisa y deseada
está muy lejos.
Y no razonas,
no puedes entenderlo
solo vivirlo.
Sientes la falta
del viento y de la brisa
que nunca llegan.
Y hasta tus ojos
derraman unas lágrimas
desesperadas.
Abres el alma,
te enfrentas al presente
y hasta le odias.
Estás perdido,
sin luz y sin palabras
en una cárcel.
¿Tú, me comprendes...?
Rafael Sánchez Ortega ©
12/03/23