"Una galerna
sopló con mucha fuerza
y tuve miedo."
"Ahora estoy bien,
el viento ya no sopla,
huracanado".
"Y es que pensé
que el viento me llevaba
para otras tierras"
"¡Cómo crujían
las puertas y ventanas
y qué gemidos!"
"Yo bien temía
que un hombre con su saco
me secuestrara"
Eso decía
el niño a los mayores,
en la mañana.
Sus ojos grandes,
azules y sinceros
se estremecían.
Pero el abuelo
le dijo unas palabras
con gesto sabio.
"Descansa y duerme,
ya todo está tranquilo
y no hay galerna."
Rafael Sánchez Ortega ©
07/05/23