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No necesita
casa ni dinero, sino compañía. Por eso este español puso un
anuncio en el que ofrece su pensión a cambio de sentirse "uno
más en casa”
“Busco una
familia de acogida, vivo solo y no debería, pues aunque gozo de
buena salud ya tengo 80 años. Quiero sentirme uno más en casa,
viviendo en compañía y ayudar en todo lo que pudiese…”.
En una localidad
de Valencia (este de España) llamada Requena, un hombre recorrió
varios comercios del lugar para colocar siempre el mismo anuncio.
“Vivir así, no es vida. Estoy muerto”, justifica.
Faustino León, de
80 años, pide familia con la que compartir el resto de su
tiempo. El hombre arrastra ya varios años de soledad que han
pasado a ser un peso insostenible. Por eso “vende” sus
virtudes, dice que no tiene problemas de salud y que colaboraría de
buena gana con los quehaceres del hogar.
Tal y como cuenta
el diario español Levante, este hombre no es una víctima de la
crisis. No necesita ayuda para moverse, tiene su propia casa y unos
ingresos con que salir adelante. “Tengo mi pensión y puedo
contribuir realizando tareas de la casa y salir a hacer recados. Sé
cocinar, hacer la compra y todavía puedo valerme por mismo”,
asegura este español.
Pero no es
suficiente.
"Echo de
menos [extraño] el calor humano, la compañía de una familia, de
alguien con quien hablar. Me desespero muchas veces de estar tanto
tiempo solo. Necesito una familia".
Su primer
tentativo para solucionar la falta de compañía fue recurrir a un
centro social para ancianos, las llamadas residencias de tercera
edad. No funcionó.
“No me gusta
estar en esos centros, no podía disfrutar de mi libertad. No tenía
bono social y costeaba mi estancia con mi pensión y mis ahorros y no
me dejaban hacer muchas cosas”, reconoce.
León ya probó a
vivir con una familia, y ni siquiera salió bien. Esto es lo que
cuenta: «Llegaron a agredirme y tuve que marcharme corriendo de la
casa. Fui a un hospital donde me hicieron un parte de lesiones y
después a una comisaría de policía, desde donde me mandaron a la
del pueblo donde me habían pegado. Me dijeron que ellos no podían
tramitar la denuncia. Me sentí muy desamparado en ese momento”,
cuenta.
Este anciano vive
la soledad desde muy temprana edad, pero no se acostumbra. Nació
cuatro años antes de que comenzara la Guerra Civil (1936-1939) y a
los 5 años se quedó sin padre, algo que todavía rememora con
dolor.
Ése fue el
preludio de una infancia difícil. Comenzó a trabajar en el campo
para sostener a su hermano y a su madre. No se casó sino hasta los
39 años, cuando ya pudo trasladarse con su madre a un departamento
en Valencia.
Por lo demás, su
vida transcurrió sin muchas alegrías: mucho trabajo (primero
camionero, después taxista), y pocas amistades con las que compartir
su tiempo.
Por eso ahora
ofrece sus 600 euros mensuales a la familia que quiera integrarlo con
ella. “Vivir sólo me ha hecho mucho daño, por eso necesito de una
familia”, admite.
“La
convivencia es la mejor medicina que conozco para evitar los males de
esta carga y de otros que sufrimos las personas mayores”.
En los comentarios
al artículo que ha publicado Levante ya hay una familia que al menos
está dispuesto a conocerlo y a compartir juntos las fiestas que se
vienen. “Somos una familia compuesta por una pareja y dos niñas
pequeñas de 4 y 5 años que nos hemos mudado hace poco a Requena”,
cuenta una mujer llamada Raquel. “Nos gustaría compartir las
Navidades con Faustino”.